Hacia la circularidad

De la simple contraposición se deduce que la alternativa a la linealidad es la circularidad. Puesto que la perspectiva histórica lineal no deja de albergar carencias, merece ser contemplada, sin ánimo de que sea sustitutiva sino complementaria, la perspectiva circular, que en ciertas culturas ya es por lo menos de algún modo parte definitoria.

Si la linealidad nos facilita el detallismo, dirigirnos hacia la circularidad tiene que en cierta medida resultar un acto que nos aleje de la fijación en el detalle. Un círculo siempre transmite una sensación de conjunto, así que es en esto en lo que la circularidad puede, e incluso debe, complementar a la linealidad: en una perspectiva de conjunto. Posicionarnos en todo momento al nivel del detalle nos hace perder lo que en ocasiones tan sólo el conjunto puede revelarnos: viene a ser como aquello de que los árboles no dejan ver el bosque. Un conocimiento completo de cualquier ámbito, desde lo más concreto en el tiempo presente hasta lo de mayor amplitud histórica, pasa por una linealidad y una circularidad bien combinadas.

La sola circularidad es tan limitada como lo es la sola linealidad, pues desde sólo lo circular estás perdiéndote lo valioso que los detalles muestran en aquello de lo que se trate. Sin embargo, la linealidad es lo que parece que como mínimo en el ampliamente extendido conocimiento occidental ha prevalecido y es por esto que un giro hacia la circularidad sería interesante de practicar.

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