Todo apunta a que Rusia está decidida a mantener su inadaptación a la sociedad red y la era de la información, lo cual ya arrastraba en buena medida desde los antecedentes y la eclosión de Internet. Tiene que ser muy hondo el cambio civilizacional de Rusia para que devenga un país que no sólo procure ser mínimamente cordial con el resto del mundo, sino para que con su propia población sea respetuoso.
Un cambio civilizacional en Rusia no tiene por qué pasar por asimilarse por completo a Occidente; es factible, e incluso más que recomendable, que Rusia mantenga su idiosincrasia cultural, si bien por supuesto cabe que la reoriente porque no es esta deriva neoimperialista que ha emprendido contra Ucrania manera alguna de justificar unos principios a partir de los que comportarse con la propia población civil rusa y con otros países. Con el algoritmo de paz que ojalá permita resolver cuanto antes el conflicto bélico con Ucrania puede lograrse bastante para ese cambio civilizacional, pero completarlo requerirá una perspectiva a largo plazo.
Motivos para la esperanza en cuanto al necesario cambio civilizacional ruso son los propios signos de flaqueza que Rusia va manifestando a lo largo de la contienda contra Ucrania, pues aunque ante la población rusa se pudiese atribuir cierta victoria ha quedado claro, y a toda luz, que precisamente a Rusia no le salen las cosas como pretendía. Esto bien puede derivar en germen para un descontento generalizado de la población rusa que ni la mayor represión del Kremlin sea capaz de mitigar.
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