Sin que en ningún instante deba haber confusión respecto a la condición monotemática o multitemática de la publicación que en su conjunto se lleve a cabo, la variedad es una habilidad a manejar de modo pertinente para que la lectura, entendiéndola en el sentido amplio de más allá de lo alfanumérico, cause el debido efecto positivo. Variar por variar, dando bandazos temáticos, no conlleva beneficio alguno.
En tanto que reverso de lo que implica que ante la complejidad temática nos convenga optar por la serialidad, tenemos que estar capacitados para manejar la variedad con simplicidad porque si una variación, que de por sí ya puede implicar una cierta desorientación, la hacemos abusando de recurrir a cuestiones complejas estaremos dificultando aún más que nuestro blog, o proyecto más o menos similar, desprenda una identidad mínimamente consistente y caeremos en la adquisición de un carácter misceláneo pero sin ton ni son. Por mucho que pretendamos abordar diferentes temas complicados, ante la complejidad valoremos la aplicación de la serialidad, por lo menos durante un cierto tiempo razonable, hasta que convenga en virtud del efecto sorpresa saltar a una temática distinta y, en su caso, dejar bajo suspense el tema que hasta el momento hayamos contemplado. Muy en especial con simplicidad debemos vehicular la variedad en los ciclos iniciales de proyecto concreto y de trayectoria propia emprendedora, pues de lo contrario estaremos en riesgo de dar una primera impresión ya caótica ante cualquiera, dificultando que devenga propiamente parte de nuestro público más asiduo.
No basta con que la simplicidad la asumas en la elección temática en sí dentro de una notable variedad, sino que ante tal variación procura optar por una simplicidad expresiva, estilística, que permita seguir el hilo a cualquiera aun por muy especializado que sea el público que suelas tener. Llegado a ciclos de veteranía, sin embargo, al contar ya con un público familiarizado con la forma y el fondo que empleas, puedes permitirte con más facilidad variar intensamente temas a la vez que aplicas ciertas modificaciones expresivas que, sin que convenga que rompan por completo con tu consolidado estilo, pueden al público que sea reportar una sorpresa interesante.
Serialidad con complejidad
Recurrir a la serialidad es lo idóneo en cuanto deben abordarse cuestiones complejas, lo cual debe tenerse muy en cuenta a la hora de aplicarlo según la trayectoria de la que un proyecto o un emprendedor dispongan. Si bien por sí misma la serialidad es recomendable de aplicar de una determinada manera dependiendo de los ciclos, hay matices a considerarse muy detenidamente cuando se le añade el factor de una relevante complejidad en cuanto a lo que se transmita.
Cuando estemos en ciclos primerizos de la trayectoria de una iniciativa o de nuestro propio emprendimiento, en especial tratándose de una trayectoria blóguer, la serialidad va de por sí mejor que cuando alcancemos ciclos de veteranía, pues entonces debemos manejar con mayor soltura la variedad, pero bien es cierto que al contemplar la complejidad de lo que expongamos, si ésta es profunda, como es más propio en la veteranía, cabe valorar sustancialmente la aplicación de la serialidad y, en este sentido, sería como habría opción de plantearnos prescindir de contenidos seriados en los ciclos primerizos, pues son ciclos en los que conviene que prime la sencillez. Tenemos, por tanto, que tener en cuenta que aun siendo más apropiada en general en etapas incipientes para ir dando consistencia a la temática aún en desarrollo inicial, la serialidad temática ganará siempre en cuanto a resultar recomendable cuando lo complejo se acentúe. Se trata, al fin y al cabo, de que estemos en el ciclo que estemos de trayectoria, combinemos pertinentemente dentro del dinamismo de nuestro blog, o proyecto comunicativo similar, serialidad con complejidad, de modo que hagamos debidamente series en ciclos iniciales pero no tanto para abordar ya de entrada contenidos complejos sino para primar el establecimiento de una identidad sólida que para el público o los públicos está todavía por construir, mientras que en ciclos veteranos tendremos que procurar destinar las series temáticas a tratar, tal y como debe esperarse por cierto de quien o de lo que esté en tales ciclos, asuntos de un grado complejo apreciable, pero sin dejar de lado la variedad que asimismo se espera que emane de estas etapas.
A la serialidad debes aprender a manejarla con acierto estés en el punto que estés de una trayectoria de proyecto y de la tuya misma. Del grado de complejidad de lo que transmitas dependerá en buena parte la conveniencia de lo seriado, pero en cualquier caso, no estires más de la cuenta una serie temática de contenidos por mayor complejidad que ésta albergue, pues pausar el tratamiento de un tema, y precisamente y en particular si es complejo, va muy bien tanto para ti mismo como para el público o los públicos, pues evitas monotonía y creas suspense.
Cuando estemos en ciclos primerizos de la trayectoria de una iniciativa o de nuestro propio emprendimiento, en especial tratándose de una trayectoria blóguer, la serialidad va de por sí mejor que cuando alcancemos ciclos de veteranía, pues entonces debemos manejar con mayor soltura la variedad, pero bien es cierto que al contemplar la complejidad de lo que expongamos, si ésta es profunda, como es más propio en la veteranía, cabe valorar sustancialmente la aplicación de la serialidad y, en este sentido, sería como habría opción de plantearnos prescindir de contenidos seriados en los ciclos primerizos, pues son ciclos en los que conviene que prime la sencillez. Tenemos, por tanto, que tener en cuenta que aun siendo más apropiada en general en etapas incipientes para ir dando consistencia a la temática aún en desarrollo inicial, la serialidad temática ganará siempre en cuanto a resultar recomendable cuando lo complejo se acentúe. Se trata, al fin y al cabo, de que estemos en el ciclo que estemos de trayectoria, combinemos pertinentemente dentro del dinamismo de nuestro blog, o proyecto comunicativo similar, serialidad con complejidad, de modo que hagamos debidamente series en ciclos iniciales pero no tanto para abordar ya de entrada contenidos complejos sino para primar el establecimiento de una identidad sólida que para el público o los públicos está todavía por construir, mientras que en ciclos veteranos tendremos que procurar destinar las series temáticas a tratar, tal y como debe esperarse por cierto de quien o de lo que esté en tales ciclos, asuntos de un grado complejo apreciable, pero sin dejar de lado la variedad que asimismo se espera que emane de estas etapas.
A la serialidad debes aprender a manejarla con acierto estés en el punto que estés de una trayectoria de proyecto y de la tuya misma. Del grado de complejidad de lo que transmitas dependerá en buena parte la conveniencia de lo seriado, pero en cualquier caso, no estires más de la cuenta una serie temática de contenidos por mayor complejidad que ésta albergue, pues pausar el tratamiento de un tema, y precisamente y en particular si es complejo, va muy bien tanto para ti mismo como para el público o los públicos, pues evitas monotonía y creas suspense.
De autorreleerse a autoinspirarse
La autorrelectura tras la publicación de lo que uno mismo haya difundido es la clave para generar autoinspiración y hacer que lo próximo a publicar pueda seguir ofreciendo un cierto grado de originalidad al tiempo que mantenga la debida coherencia respecto a lo autorreleído pospublicado. Se trata, por tanto, de una práctica como mínimo recomendable y que llevada a cabo en profundidad deviene el fundamento por el que dar a lo que se vaya publicando un sentido en todo su conjunto.
Incluso no implicando, y de hecho sin demasiada conveniencia de que lo implique por lo menos siempre, una sucesión encadenada de publicaciones una exactamente detrás de otra respecto al desarrollo de un tema concreto, la coherencia de ideas a transmitir en lo que publiquemos en un blog u otra vía comunicativa debe prevalecer porque de lo contrario acabaremos más pronto que tarde por dar una sensación de inconsistencia en lo que realicemos; y para garantizar tal prevalencia debe transitarse el camino de autorreleerse a autoinspirarse. En ciclos primerizos del proyecto o del propio emprendedor, convendrá muy probablemente que procuremos hacer de manera estrictamente sucesiva publicaciones para las que una requiera autoinspiración en base a la anterior: así no perdemos nosotros mismos nuestro propio hilo temático, ni lo apartamos de inmediato de destacarlo ante el público o los públicos de que dispongamos. Una vez adquirida una cierta soltura que nos haga más fácil variar nuestras propias temáticas, podremos, y hasta deberemos, alternar más el tratamiento de lo que bajo una misma temática vayamos abordando en diferentes publicaciones de nuestro blog o canal comunicativo más o menos similar, de modo que no demos la sensación de que siempre tratamos lo que sea de manera puramente seriada, sino que a base de releer nuestras propias publicaciones plasmamos la autoinspiración en contenidos que vayan ofreciendo una dosis de variedad que combine el debido efecto sorpresa con la coherencia global de lo que expongamos.
Mediante la autorrelectura de lo que ya hayas blogueado, o difundido por otra vía más o menos similar, te autoabasteces de sustentos en los que basar próximas publicaciones, dándote así a ti mismo oportunidad de complementar lo que hayas expuesto con anterioridad. Ante todo público que tengas, tal conexión de unos contenidos con otros contribuye a demostrar consistencia en cada publicación que hagas en particular y en todo tu proyecto en general.
Incluso no implicando, y de hecho sin demasiada conveniencia de que lo implique por lo menos siempre, una sucesión encadenada de publicaciones una exactamente detrás de otra respecto al desarrollo de un tema concreto, la coherencia de ideas a transmitir en lo que publiquemos en un blog u otra vía comunicativa debe prevalecer porque de lo contrario acabaremos más pronto que tarde por dar una sensación de inconsistencia en lo que realicemos; y para garantizar tal prevalencia debe transitarse el camino de autorreleerse a autoinspirarse. En ciclos primerizos del proyecto o del propio emprendedor, convendrá muy probablemente que procuremos hacer de manera estrictamente sucesiva publicaciones para las que una requiera autoinspiración en base a la anterior: así no perdemos nosotros mismos nuestro propio hilo temático, ni lo apartamos de inmediato de destacarlo ante el público o los públicos de que dispongamos. Una vez adquirida una cierta soltura que nos haga más fácil variar nuestras propias temáticas, podremos, y hasta deberemos, alternar más el tratamiento de lo que bajo una misma temática vayamos abordando en diferentes publicaciones de nuestro blog o canal comunicativo más o menos similar, de modo que no demos la sensación de que siempre tratamos lo que sea de manera puramente seriada, sino que a base de releer nuestras propias publicaciones plasmamos la autoinspiración en contenidos que vayan ofreciendo una dosis de variedad que combine el debido efecto sorpresa con la coherencia global de lo que expongamos.
Mediante la autorrelectura de lo que ya hayas blogueado, o difundido por otra vía más o menos similar, te autoabasteces de sustentos en los que basar próximas publicaciones, dándote así a ti mismo oportunidad de complementar lo que hayas expuesto con anterioridad. Ante todo público que tengas, tal conexión de unos contenidos con otros contribuye a demostrar consistencia en cada publicación que hagas en particular y en todo tu proyecto en general.
La acertada costumbre de autorreleerse
En el ámbito de los blogs, y por extensión en prácticamente cualquier ámbito comunicativo dirigido a públicos, la generación de precisamente un público se consigue a base de procurar mantener en todo momento la mayor meticulosidad factible, también, e incluso más, por mucha informalidad que se quiera transmitir. Tal grado de meticulosidad implica, en particular, adoptar la acertada costumbre de autorreleerse en tanto que, además de recomendable tras la publicación, indispensable en la prepublicación.
Al igual que con lo referente a texto, extrapolando la lectura de modo que abarque no sólo leer lo alfanumérico sino todo mensaje en la vertiente comunicativa que sea, estamos en condición de para cualquier formato mediático que abordemos, en particular teniendo en cuenta las capacidades multimedia de la blogosfera y antes de proceder a la publicación, tener en especial consideración la relectura de lo que uno mismo elabore. Es de este modo que conseguiremos una exospección intensa, asegurando que el texto, siguiendo en la perspectiva de más allá de lo alfanumérico, haya tenido las revisiones suficientes como para asegurar que de cuantas capas haya precisado salga la mejor de las versiones factibles dentro de un razonable tiempo de elaboración y, finalmente, publicación. Sin autorreleernos, incluso por más veteranía que tengamos al respecto de lo que realicemos, correremos con toda seguridad un importante riesgo de que la debida meticulosidad se resienta, máxime cuando se trate de elaborar contenidos que, como en los blogs dinámicos, precisan para su concepción, preparación y publicación un ritmo constante y, si no siempre, casi siempre o a lo menos en bastantes casos, diario.
Tanto en el manejo de contenidos propios como ajenos, el gran acceso a la información y la enorme facilidad de difusión que lo telemático en general y la blogosfera en particular proporcionan garantizan con sencillez y presteza cumplir prácticamente todo criterio que te marques de aportación de contenidos en su vertiente cuantitativa. Que además de la cantidad de lo que aportes, seas capaz de pulir cualitativamente aquello que difundas para que esté bien sintetizado, en el amplio sentido de bien elaborado, y por tanto con más meticulosidad que todo grado de imprecisión que pueda albergar, implicará que además de compilar la cantidad de material que sea, procures releerlo tantas veces como sea necesario antes de la publicación para obtener, en el tiempo requerido, la mejor versión a difundir.
Al igual que con lo referente a texto, extrapolando la lectura de modo que abarque no sólo leer lo alfanumérico sino todo mensaje en la vertiente comunicativa que sea, estamos en condición de para cualquier formato mediático que abordemos, en particular teniendo en cuenta las capacidades multimedia de la blogosfera y antes de proceder a la publicación, tener en especial consideración la relectura de lo que uno mismo elabore. Es de este modo que conseguiremos una exospección intensa, asegurando que el texto, siguiendo en la perspectiva de más allá de lo alfanumérico, haya tenido las revisiones suficientes como para asegurar que de cuantas capas haya precisado salga la mejor de las versiones factibles dentro de un razonable tiempo de elaboración y, finalmente, publicación. Sin autorreleernos, incluso por más veteranía que tengamos al respecto de lo que realicemos, correremos con toda seguridad un importante riesgo de que la debida meticulosidad se resienta, máxime cuando se trate de elaborar contenidos que, como en los blogs dinámicos, precisan para su concepción, preparación y publicación un ritmo constante y, si no siempre, casi siempre o a lo menos en bastantes casos, diario.
Tanto en el manejo de contenidos propios como ajenos, el gran acceso a la información y la enorme facilidad de difusión que lo telemático en general y la blogosfera en particular proporcionan garantizan con sencillez y presteza cumplir prácticamente todo criterio que te marques de aportación de contenidos en su vertiente cuantitativa. Que además de la cantidad de lo que aportes, seas capaz de pulir cualitativamente aquello que difundas para que esté bien sintetizado, en el amplio sentido de bien elaborado, y por tanto con más meticulosidad que todo grado de imprecisión que pueda albergar, implicará que además de compilar la cantidad de material que sea, procures releerlo tantas veces como sea necesario antes de la publicación para obtener, en el tiempo requerido, la mejor versión a difundir.
Generar en la blogosfera un público
La aplicación concreta de la creación de interactividad entre vida real y vida virtual a un proyecto en su dimensión de conseguir generar en la blogosfera un público deriva en que el mismo concepto de público puede ser asimismo de doble vertiente: virtual y real. Virtualidad y realidad de todo público que se consiga podrán ser condiciones que en determinados miembros del público que sea se den por separado o a la vez.
En función de la naturaleza del propio proyecto que desarrollemos, y que una mínima presencia blóguer por poca que sea deberá tener, estaremos en disposición de poder conseguir más público, o públicos, por la vía real o la virtual. Lo mismo que ocurre en las propias esencias que del proyecto se deriven según su vertiente real, y en especial presencial gregaria, o su vertiente virtual, nos lo encontraremos en las características de todo público que generemos, de modo que el público real siempre aportará unas impresiones, unas muestras de interactividad en definitiva, más envolventes y únicas, pero la interactividad generada por el público virtual, en especial la que emane de las comparticiones, calificaciones y comentarios mediante redes sociales, queda reflejada de manera que puede estar permanente y fácilmente reconsultable y, por tanto, con un efecto, sea de impresión buena o mala, más duradero. En función de si el carácter esencial de lo que el proyecto transmita es material o propiamente virtual, será respectivamente más necesaria o no la conveniencia de plantearnos dar remarcable incidencia a la vertiente real de todo público al que tengamos auténticas opciones de conseguir hacer llegar lo que ofrezcamos.
Si de alguna manera observarás que en efecto lo real va incluso a ser, con toda probabilidad, más accesorio de lo virtual que a la inversa, ésta es precisamente y, si no la única, por lo menos de las más relevantes, la generación de un público. Más que seguir con la tendencia de procurar dar forma a un público real para luego mediante la presencia telemática hacer que ese público derive, casi por completa equivalencia, en público también virtual, muy posiblemente te convendrá concebir primero la generación de público virtual que, de ahí, pase a público en la realidad.
En función de la naturaleza del propio proyecto que desarrollemos, y que una mínima presencia blóguer por poca que sea deberá tener, estaremos en disposición de poder conseguir más público, o públicos, por la vía real o la virtual. Lo mismo que ocurre en las propias esencias que del proyecto se deriven según su vertiente real, y en especial presencial gregaria, o su vertiente virtual, nos lo encontraremos en las características de todo público que generemos, de modo que el público real siempre aportará unas impresiones, unas muestras de interactividad en definitiva, más envolventes y únicas, pero la interactividad generada por el público virtual, en especial la que emane de las comparticiones, calificaciones y comentarios mediante redes sociales, queda reflejada de manera que puede estar permanente y fácilmente reconsultable y, por tanto, con un efecto, sea de impresión buena o mala, más duradero. En función de si el carácter esencial de lo que el proyecto transmita es material o propiamente virtual, será respectivamente más necesaria o no la conveniencia de plantearnos dar remarcable incidencia a la vertiente real de todo público al que tengamos auténticas opciones de conseguir hacer llegar lo que ofrezcamos.
Si de alguna manera observarás que en efecto lo real va incluso a ser, con toda probabilidad, más accesorio de lo virtual que a la inversa, ésta es precisamente y, si no la única, por lo menos de las más relevantes, la generación de un público. Más que seguir con la tendencia de procurar dar forma a un público real para luego mediante la presencia telemática hacer que ese público derive, casi por completa equivalencia, en público también virtual, muy posiblemente te convendrá concebir primero la generación de público virtual que, de ahí, pase a público en la realidad.
El potencial de los blogs
Con lo bueno de compartir en la virtualidad se consigue en esencia lo mismo que al compartir en la realidad, pero con la diferencia, en especial en la virtualidad interconectada, de que repercusión, accesibilidad y recuperación se producen de manera, a lo menos potencialmente, mucho más fácil e instantánea que por cualquier procedimiento analógico. Tomarse a la ligera, en definitiva sin meticulosidad, publicar en el ciberespacio es, así pues, un error y, si se da, debe corregirse de inmediato.
Tal es el potencial de lo telemático, y de ahí el potencial de los blogs, para causar y mantener la repercusión de lo que en este ámbito publiquemos, que más a medio, o hasta corto, que a largo plazo lo real va incluso a ser, con toda probabilidad, más accesorio de lo virtual que, tal y como se acostumbra a concebir aún mucho en la actualidad, lo virtual accesorio de lo real. Mediante su característica dimensión envolvente y su capacidad de crear interés por el aspecto puntual de lo realizado, todo lo real, o sea en esencia por lo menos, todo lo analógico, y más en particular todo lo presencial, bien puede aportar experiencias por las que mucha gente pueda sentir interés por la condición única de cada una de tales experiencias, pero precisamente al ser únicas de tal guisa, son experiencias que, tengan mayor o menor duración, acaban por tener que acatar su destino efímero y, así pues, por tener en sí mismas que concluir. En efecto, según el caso, puede haber menos o más opción de repetirse, pero en cualquier modo lo virtual destaca por su permanente, fácil y rápido acceso a las herramientas, también virtuales, para subir o propiamente compartir los contenidos, y de ahí las experiencias, que nos interesen, entre ello lo que pueda ser captado desde la misma realidad.
A la inherente facilidad de producción, difusión y conservación de la blogosfera y de todo el ciberespacio, se le suma que, según va avanzando la tecnología, la obtienes de manera mucho más económica que en comparación a lo fácil que pueda resultar la organización de prácticamente cualquier evento real. Sin embargo, puesto que lo recomendable es el equilibrio, estarías adoptando una desacertada postura al ir del predominio de lo real sobre lo virtual a todo lo contrario, el predominio o incluso sustitución por parte de lo virtual, o digital, respecto a lo real, o material.
Tal es el potencial de lo telemático, y de ahí el potencial de los blogs, para causar y mantener la repercusión de lo que en este ámbito publiquemos, que más a medio, o hasta corto, que a largo plazo lo real va incluso a ser, con toda probabilidad, más accesorio de lo virtual que, tal y como se acostumbra a concebir aún mucho en la actualidad, lo virtual accesorio de lo real. Mediante su característica dimensión envolvente y su capacidad de crear interés por el aspecto puntual de lo realizado, todo lo real, o sea en esencia por lo menos, todo lo analógico, y más en particular todo lo presencial, bien puede aportar experiencias por las que mucha gente pueda sentir interés por la condición única de cada una de tales experiencias, pero precisamente al ser únicas de tal guisa, son experiencias que, tengan mayor o menor duración, acaban por tener que acatar su destino efímero y, así pues, por tener en sí mismas que concluir. En efecto, según el caso, puede haber menos o más opción de repetirse, pero en cualquier modo lo virtual destaca por su permanente, fácil y rápido acceso a las herramientas, también virtuales, para subir o propiamente compartir los contenidos, y de ahí las experiencias, que nos interesen, entre ello lo que pueda ser captado desde la misma realidad.
A la inherente facilidad de producción, difusión y conservación de la blogosfera y de todo el ciberespacio, se le suma que, según va avanzando la tecnología, la obtienes de manera mucho más económica que en comparación a lo fácil que pueda resultar la organización de prácticamente cualquier evento real. Sin embargo, puesto que lo recomendable es el equilibrio, estarías adoptando una desacertada postura al ir del predominio de lo real sobre lo virtual a todo lo contrario, el predominio o incluso sustitución por parte de lo virtual, o digital, respecto a lo real, o material.
Lo bueno de compartir en la virtualidad
De lo que sea factible, lícito e interesante virtualizar o revirtualizar para un blog, o recurso digital similar, es destacable lo que conlleve elaboración de contenidos propios, ya que es en función de lo cual será viable dar consistencia a una identidad genuina de proyecto. Respecto al contenido ajeno las amplias opciones de compartición que el propio ciberespacio facilita serán lo mejor a lo que recurrir.
Cuando se trate de compartir lo que sea en la nube para difundirlo en abierto, y para lo que la blogosfera resulta una importante vía, es relevante el debido trato, lo hagamos respecto a contenidos propios o, en cambio, respecto a contenidos ajenos y en tal caso respetando todo derecho efectivo o potencial de autoría. Tanto en una clase como en otra de contenidos, dejar de algún modo constancia del tipo de autoría y de la identificación de tal autoría resulta de gran importancia para que la propia identidad del proyecto en el que volquemos todos esos contenidos sea mínimamente clara, fiable y respetable. En especial en los contenidos ajenos, o sea y por lo general, propiamente compartidos, deviene relevante en alto grado la identificación lo más clara posible de la autoría, para demostrar que no puede haber sospecha alguna de que procedemos a usurpar, y menos con intención ilícitamente lucrativa, el material de otros; cabe que partamos de que no nos resultaría de ningún agrado que nuestros materiales no recibiesen el debido trato al ser compartidos. Mediante lo bueno de compartir en la virtualidad, estaremos fomentando buena interactividad respecto a quien o quienes interactuemos directamente compartiendo su contenido y respecto al público o los públicos que tengamos.
En cuanto a subir tus contenidos, siendo al fin y al cabo también compartir, es, por una cuestión clasificatoria práctica, diferenciable de lo que representa propiamente compartir y que haría más referencia a los contenidos ajenos. De todos modos, lo bueno de compartir o más bien subir tus contenidos en el entorno de la virtualidad tiene de bueno que contribuye, si la elaboración ha sido meticulosa, a dejar constancia de cualquier habilidad característica tuya.
Cuando se trate de compartir lo que sea en la nube para difundirlo en abierto, y para lo que la blogosfera resulta una importante vía, es relevante el debido trato, lo hagamos respecto a contenidos propios o, en cambio, respecto a contenidos ajenos y en tal caso respetando todo derecho efectivo o potencial de autoría. Tanto en una clase como en otra de contenidos, dejar de algún modo constancia del tipo de autoría y de la identificación de tal autoría resulta de gran importancia para que la propia identidad del proyecto en el que volquemos todos esos contenidos sea mínimamente clara, fiable y respetable. En especial en los contenidos ajenos, o sea y por lo general, propiamente compartidos, deviene relevante en alto grado la identificación lo más clara posible de la autoría, para demostrar que no puede haber sospecha alguna de que procedemos a usurpar, y menos con intención ilícitamente lucrativa, el material de otros; cabe que partamos de que no nos resultaría de ningún agrado que nuestros materiales no recibiesen el debido trato al ser compartidos. Mediante lo bueno de compartir en la virtualidad, estaremos fomentando buena interactividad respecto a quien o quienes interactuemos directamente compartiendo su contenido y respecto al público o los públicos que tengamos.
En cuanto a subir tus contenidos, siendo al fin y al cabo también compartir, es, por una cuestión clasificatoria práctica, diferenciable de lo que representa propiamente compartir y que haría más referencia a los contenidos ajenos. De todos modos, lo bueno de compartir o más bien subir tus contenidos en el entorno de la virtualidad tiene de bueno que contribuye, si la elaboración ha sido meticulosa, a dejar constancia de cualquier habilidad característica tuya.
Creando interactividad entre vida real y vida virtual
Muy previsiblemente, según vayan sucediéndose las generaciones blóguers, la combinación de vida real y virtual tendrá tendencia a ser más equilibrada para todo el mundo. Habrá quien, por la razón que sea, preste más dedicación a una u otra pero en cualquiera de los casos, mientras sea dentro de un sano equilibrio, se estará en disposición de sacar el mejor rendimiento en cada una de ambas facetas.
La virtualidad, en tanto que un avance tecnológico, está llamada a pasar por completo de ser un accesorio a un recurso necesariamente complementario para la vida cotidiana de cualquiera en prácticamente todos los ámbitos. De ahí, sin embargo, a intuir que la virtualidad pudiera o hasta debiera suplantar todo lo físico material, tanto vivo como inerte, que en la vida de cada cual es común, hay un paso que, aun con la oportunidad de darlo, no reportaría sino una marcada desnaturalización de la propia condición humana. Igual que nos conviene conseguir un equilibrio entre lo racional y lo espiritual, nos conviene equilibrar las vertientes real y virtual, las cuales, a medida que se sucedan las generaciones blóguers, irán consolidando una convivencia indisoluble entre sí. Dar más importancia a la vida real o a la virtual no será, o no convendría que sea, una cuestión de decisión firme a favor sólo de una u otra, sino más bien una opción tomada coyunturalmente, en función de nuestros objetivos específicos en cuanto a lo que nos dediquemos en general y, en especial, en cuanto a todo proyecto blóguer del que en mayor o en menor medida nos ocupemos. No sólo en el mismo ciberespacio debe sustentarse todo lo que reflejemos en cualquier blog que elaboremos sino que la experiencia tomada del mundo material en todas sus propias dimensiones no dejará de ser enriquecedora para tal blog.
Aquello que reflejes en un blog es asimismo positivo que lo aproveches para derivar de ello una determinada orientación respecto a tu actividad en el mundo material, de manera que en definitiva acabes creando interactividad entre vida real y vida virtual con la que éstas se nutran mutuamente y puedas aprovechar al máximo las dos. De todo blóguer que organice de modo apropiado sus tiempos para cada una de tales dimensiones vitales será más fácil que se deriven buenos resultados en cada una.
La virtualidad, en tanto que un avance tecnológico, está llamada a pasar por completo de ser un accesorio a un recurso necesariamente complementario para la vida cotidiana de cualquiera en prácticamente todos los ámbitos. De ahí, sin embargo, a intuir que la virtualidad pudiera o hasta debiera suplantar todo lo físico material, tanto vivo como inerte, que en la vida de cada cual es común, hay un paso que, aun con la oportunidad de darlo, no reportaría sino una marcada desnaturalización de la propia condición humana. Igual que nos conviene conseguir un equilibrio entre lo racional y lo espiritual, nos conviene equilibrar las vertientes real y virtual, las cuales, a medida que se sucedan las generaciones blóguers, irán consolidando una convivencia indisoluble entre sí. Dar más importancia a la vida real o a la virtual no será, o no convendría que sea, una cuestión de decisión firme a favor sólo de una u otra, sino más bien una opción tomada coyunturalmente, en función de nuestros objetivos específicos en cuanto a lo que nos dediquemos en general y, en especial, en cuanto a todo proyecto blóguer del que en mayor o en menor medida nos ocupemos. No sólo en el mismo ciberespacio debe sustentarse todo lo que reflejemos en cualquier blog que elaboremos sino que la experiencia tomada del mundo material en todas sus propias dimensiones no dejará de ser enriquecedora para tal blog.
Aquello que reflejes en un blog es asimismo positivo que lo aproveches para derivar de ello una determinada orientación respecto a tu actividad en el mundo material, de manera que en definitiva acabes creando interactividad entre vida real y vida virtual con la que éstas se nutran mutuamente y puedas aprovechar al máximo las dos. De todo blóguer que organice de modo apropiado sus tiempos para cada una de tales dimensiones vitales será más fácil que se deriven buenos resultados en cada una.
Previrtualidad
A menudo parece que la virtualidad se identifica en exclusiva con la holografía, pero lo virtual por su condición digital y multimedia es en definitiva todo lo que, estén interconectados o no, reproducen los dispositivos informáticos. La virtualidad va entonces más allá de la pura realidad virtual y demás realidades inmersivas, de modo que aglutina en esencia todo lo que, dentro de lo sensorial digital, es intangible.
En lo audiovisual de tipo no escenificado presencialmente, o sea lo transmitido fundamentalmente por cine o televisión, y en lo estrictamente sonoro, sean o no digitales, la intangibilidad es de todos modos una característica, por lo que la virtualidad entendida en un sentido amplio pudiera quizá contemplar también estas dos vertientes comunicativas aun en sus formas de transmisión analógicas. No obstante, por convención y por mejor claridad clasificatoria, merece ser abordada la virtualidad dentro de los márgenes de lo digital, por lo que respecto a los clásicos medios audiovisuales de masas podríamos más bien referirnos en todo caso a una previrtualidad. Así pues, la previrtualidad constituiría a nivel genérico la cúspide de la era analógica y, a su vez, la antesala de la era digital. No habría que confundirla con lo que podríamos denominar previrtualización y que respondería a la eventual preparación de un determinado material analógico, haya o no pasado antes por una etapa digital, para su efectiva virtualización o revirtualización, o sea, digitalización o redigitalización según el caso y, por tanto, su volcado o retorno, también según el caso, a algún formato multimedia.
De la previrtualidad en comparación a la previrtualización puedes concluir que la primera es, además de una característica de ciertas vertientes comunicativas, una etapa histórica de la comunicación, mientras que la segunda es un procedimiento que en todo momento puede o no requerirse dependiendo de lo que se pretenda. En su condición de etapa histórica, la previrtualidad llega a su cúspide en torno a la eclosión de la genuina primera generación plenamente blóguer.
En lo audiovisual de tipo no escenificado presencialmente, o sea lo transmitido fundamentalmente por cine o televisión, y en lo estrictamente sonoro, sean o no digitales, la intangibilidad es de todos modos una característica, por lo que la virtualidad entendida en un sentido amplio pudiera quizá contemplar también estas dos vertientes comunicativas aun en sus formas de transmisión analógicas. No obstante, por convención y por mejor claridad clasificatoria, merece ser abordada la virtualidad dentro de los márgenes de lo digital, por lo que respecto a los clásicos medios audiovisuales de masas podríamos más bien referirnos en todo caso a una previrtualidad. Así pues, la previrtualidad constituiría a nivel genérico la cúspide de la era analógica y, a su vez, la antesala de la era digital. No habría que confundirla con lo que podríamos denominar previrtualización y que respondería a la eventual preparación de un determinado material analógico, haya o no pasado antes por una etapa digital, para su efectiva virtualización o revirtualización, o sea, digitalización o redigitalización según el caso y, por tanto, su volcado o retorno, también según el caso, a algún formato multimedia.
De la previrtualidad en comparación a la previrtualización puedes concluir que la primera es, además de una característica de ciertas vertientes comunicativas, una etapa histórica de la comunicación, mientras que la segunda es un procedimiento que en todo momento puede o no requerirse dependiendo de lo que se pretenda. En su condición de etapa histórica, la previrtualidad llega a su cúspide en torno a la eclosión de la genuina primera generación plenamente blóguer.
Virtualidad interconectada
Igual que el multimedia en particular, la virtualidad en general podía ya sin Internet aportar respecto al mundo analógico relevantes ventajas, pero lo virtual interconectado que la telemática permite eleva a una dimensión colectiva las ventajas en comparación a lo analógico. Cuanto más extendido y adoptado esté el ciberespacio entre todas las culturas civilizadas, más repercutirán tales ventajas a nivel planetario.
Entre, por lo menos las más destacables, ventajas de lo virtual y por ende de lo digital, que es mediante lo que lo virtual cobra forma, están respecto a lo analógico la enorme condensación de la ocupación de espacio físico, hasta el punto de que a la práctica bien se puede considerar que no hay ocupación de tal espacio, y la permanente e ilimitada reproducibilidad, sea dentro del mismo formato digital o pasándolo a analógico, de aquello que virtualicemos o hayamos ya elaborado plenamente en forma virtual. Puesto que lo digital y por tanto lo virtual es multimedia, todo esto afecta a cualquier formato mediático que concibamos. Desde el momento en que además la virtualidad está interconectada, se le suma a ésta la ampliación de capacidades de interactividad, en concreto ampliando de la sola interactividad unidireccional a una interactividad bidireccional a gran escala: interactividad mediante la cual, intercambiando constantemente los roles de emisor y receptor entre gente de cualquier parte del mundo, todo lo multimedia en lo que cada cual registre dentro de sus posibilidades su cultura es compartible sin límites, al instante y de manera permanente, fomentando un intercambio cultural sin precedentes en la historia. Si a la virtualidad interconectada somos capaces de sacarle el mejor partido, estaremos en condición de concretar un sólido equilibrio de relaciones culturales que faciliten un mayor entendimiento intercultural y de ahí un mundo en más armonía.
La preservación de la cultura de manera multimedia, ampliamente abierta y extendida, sin a la práctica ocupación de espacio físico y siendo reproducibles los materiales culturales cuantas veces sea preciso hace de la virtualidad interconectada la base en la que se puede conseguir, y de hecho parece que se está consiguiendo, sustentar el gran almacén cultural de la humanidad en su conjunto. Toda aportación que hagas, mientras sea desde la actitud constructiva y la honestidad, será notablemente valiosa en la configuración de un gran legado humano, y en particular y mediante los blogs, de un blogolegado de toda la humanidad, contribuyendo asimismo a nuevas realidades culturales que favorezcan el entendimiento y el respeto entre todos los humanos.
Entre, por lo menos las más destacables, ventajas de lo virtual y por ende de lo digital, que es mediante lo que lo virtual cobra forma, están respecto a lo analógico la enorme condensación de la ocupación de espacio físico, hasta el punto de que a la práctica bien se puede considerar que no hay ocupación de tal espacio, y la permanente e ilimitada reproducibilidad, sea dentro del mismo formato digital o pasándolo a analógico, de aquello que virtualicemos o hayamos ya elaborado plenamente en forma virtual. Puesto que lo digital y por tanto lo virtual es multimedia, todo esto afecta a cualquier formato mediático que concibamos. Desde el momento en que además la virtualidad está interconectada, se le suma a ésta la ampliación de capacidades de interactividad, en concreto ampliando de la sola interactividad unidireccional a una interactividad bidireccional a gran escala: interactividad mediante la cual, intercambiando constantemente los roles de emisor y receptor entre gente de cualquier parte del mundo, todo lo multimedia en lo que cada cual registre dentro de sus posibilidades su cultura es compartible sin límites, al instante y de manera permanente, fomentando un intercambio cultural sin precedentes en la historia. Si a la virtualidad interconectada somos capaces de sacarle el mejor partido, estaremos en condición de concretar un sólido equilibrio de relaciones culturales que faciliten un mayor entendimiento intercultural y de ahí un mundo en más armonía.
La preservación de la cultura de manera multimedia, ampliamente abierta y extendida, sin a la práctica ocupación de espacio físico y siendo reproducibles los materiales culturales cuantas veces sea preciso hace de la virtualidad interconectada la base en la que se puede conseguir, y de hecho parece que se está consiguiendo, sustentar el gran almacén cultural de la humanidad en su conjunto. Toda aportación que hagas, mientras sea desde la actitud constructiva y la honestidad, será notablemente valiosa en la configuración de un gran legado humano, y en particular y mediante los blogs, de un blogolegado de toda la humanidad, contribuyendo asimismo a nuevas realidades culturales que favorezcan el entendimiento y el respeto entre todos los humanos.
Un mayor bienestar entre culturas
Por mucho que, como de hecho es positivo en su justa medida, se enorgullezca la cultura occidental de sus adelantos tecnológicos y en particular de, entre ellos, el ciberespacio y por tanto la blogosfera, no dejaría de ser todo ello de una bastante reducida repercusión histórica si no se adoptasen por parte de cualquier cultura civilizada. Que en efecto tal adopción se dé es un claro signo de que toda la humanidad, y por tanto ni mucho menos sólo la civilización occidental, tiene tendencia a avanzar en el pensamiento en paralelo al desarrollo tecnológico.
Los humanos en su conjunto, asimilando la tecnología telemática independientemente de la cultura civilizada que sea, podemos conseguir entre todos un muy buen punto de compartido bienestar cultural al hacer, en paralelo a tal amplia extensión tecnológica, unos auténticos intercambios culturales inclusivos a gran escala que hagan, por un lado, extender a áreas no occidentales los principios de racionalidad y pragmatismo, bastante genuinos de lo occidental, y por otro lado, extender hacia lo occidental aquellos principios bastante mejor preservados en otras áreas y que guardan más relación con la espiritualidad y lo ancestral. Con los blogs y todo el ciberespacio tenemos oportunidad de convencernos por completo de que a todos nos conviene encontrar entre lo racional y lo espiritual el justo equilibrio del que tanto unos, los occidentales por ir más hacia lo racional, y otros, los no occidentales por ir más hacia lo espiritual, nos mantenemos alejados. Al devenir los racionales más espirituales y los espirituales más racionales y hasta compartir indistintamente y dentro de lo inclusivo costumbres y tradiciones unos con otros, daremos con toda probabilidad forma a un mundo omnimultimodalmente inclusivo en lo social y lo cultural.
Al conseguir con la comunicación bloguera y en general telemática una mayor proximidad intercultural y de ahí un mayor bienestar entre culturas, podrás apreciar que el bienestar social en su conjunto es más factible. Toda diferencia será siempre más fácil de solventar, aun por más lejana que físicamente esté una cultura de otra, cuando entre ambas haya habido un conocimiento mutuo por lo menos por vía de las comunidades virtuales, que por sus capacidades tecnológicas conllevan a todo lo propiamente material un enorme y positivo aporte.
Los humanos en su conjunto, asimilando la tecnología telemática independientemente de la cultura civilizada que sea, podemos conseguir entre todos un muy buen punto de compartido bienestar cultural al hacer, en paralelo a tal amplia extensión tecnológica, unos auténticos intercambios culturales inclusivos a gran escala que hagan, por un lado, extender a áreas no occidentales los principios de racionalidad y pragmatismo, bastante genuinos de lo occidental, y por otro lado, extender hacia lo occidental aquellos principios bastante mejor preservados en otras áreas y que guardan más relación con la espiritualidad y lo ancestral. Con los blogs y todo el ciberespacio tenemos oportunidad de convencernos por completo de que a todos nos conviene encontrar entre lo racional y lo espiritual el justo equilibrio del que tanto unos, los occidentales por ir más hacia lo racional, y otros, los no occidentales por ir más hacia lo espiritual, nos mantenemos alejados. Al devenir los racionales más espirituales y los espirituales más racionales y hasta compartir indistintamente y dentro de lo inclusivo costumbres y tradiciones unos con otros, daremos con toda probabilidad forma a un mundo omnimultimodalmente inclusivo en lo social y lo cultural.
Al conseguir con la comunicación bloguera y en general telemática una mayor proximidad intercultural y de ahí un mayor bienestar entre culturas, podrás apreciar que el bienestar social en su conjunto es más factible. Toda diferencia será siempre más fácil de solventar, aun por más lejana que físicamente esté una cultura de otra, cuando entre ambas haya habido un conocimiento mutuo por lo menos por vía de las comunidades virtuales, que por sus capacidades tecnológicas conllevan a todo lo propiamente material un enorme y positivo aporte.
En primeras, segundas y demás generaciones
Poco jugo se le sacaría a Internet en general y a la blogosfera en particular al ponerles límites para no desarrollarse más allá de la genuina generación que nació con ellas y del ámbito cultural y geográfico en el que eclosionaron. Un ciberespacio y unos blogs restringidos a no evolucionar desde la manera en que ya se les conoce y a no ampliarse fuera de los países occidentales harían que el mundo quedase estancado desaprovechando una gran oportunidad de mejorar a nivel de toda la humanidad.
El nuevo tipo de comunidades, las virtuales, que las aún a menudo denominadas nuevas tecnologías facilitan, son una innovadora y, en potencia, magnífica vía de comunicación que, trascendiendo fronteras físicas como nunca antes, permite poner en contacto individuos y grupos desde diferentes y remotos puntos del planeta, lo cual hace que el conocimiento mutuo, altamente bidireccional, inmediato y permanente sea de tal grado que, gestionándolo desde el respeto, la tolerancia, el intercambio y la inclusividad culturales, estaremos ante una oportunidad prácticamente nunca antes presentada para que los enraizados conflictos culturales den paso a una mayor concienciación de lo que, dentro de la diversidad cultural, nos hace a todos en definitiva parecidos en tanto que humanos. Que lo telemático, o tan sólo la blogosfera u otro ámbito característico de Internet, quedase coartado a no ampliar su uso al máximo número de lugares en el planeta, o siquiera fuera de las áreas de cultura occidental, implicaría un freno de la humanidad a su propia capacidad de mejora paralela al desarrollo tecnológico y, por ende, conllevaría un hecho casi, si no del todo, antinatural que no haría sino contribuir a perpetuar las realidades conflictivas multitradicionales prácticamente o del todo consolidadas antes de que la telemática fuese de uso generalizado.
Resulta una auténtica virtud de la blogosfera y de toda Internet que no se las considere patrimonio inherente de una zona cultural determinada ni de una generación en concreto, por mucho que, como todo, hayan tenido que tener sus determinados lugar y momento de origen. Tu derecho al pleno y satisfactorio sentimiento al tener presencia en la blogosfera, y en todo el ciberespacio, es tan legítimo como el que sientan otros quienes en primeras, segundas y demás generaciones se vayan adhiriendo.
El nuevo tipo de comunidades, las virtuales, que las aún a menudo denominadas nuevas tecnologías facilitan, son una innovadora y, en potencia, magnífica vía de comunicación que, trascendiendo fronteras físicas como nunca antes, permite poner en contacto individuos y grupos desde diferentes y remotos puntos del planeta, lo cual hace que el conocimiento mutuo, altamente bidireccional, inmediato y permanente sea de tal grado que, gestionándolo desde el respeto, la tolerancia, el intercambio y la inclusividad culturales, estaremos ante una oportunidad prácticamente nunca antes presentada para que los enraizados conflictos culturales den paso a una mayor concienciación de lo que, dentro de la diversidad cultural, nos hace a todos en definitiva parecidos en tanto que humanos. Que lo telemático, o tan sólo la blogosfera u otro ámbito característico de Internet, quedase coartado a no ampliar su uso al máximo número de lugares en el planeta, o siquiera fuera de las áreas de cultura occidental, implicaría un freno de la humanidad a su propia capacidad de mejora paralela al desarrollo tecnológico y, por ende, conllevaría un hecho casi, si no del todo, antinatural que no haría sino contribuir a perpetuar las realidades conflictivas multitradicionales prácticamente o del todo consolidadas antes de que la telemática fuese de uso generalizado.
Resulta una auténtica virtud de la blogosfera y de toda Internet que no se las considere patrimonio inherente de una zona cultural determinada ni de una generación en concreto, por mucho que, como todo, hayan tenido que tener sus determinados lugar y momento de origen. Tu derecho al pleno y satisfactorio sentimiento al tener presencia en la blogosfera, y en todo el ciberespacio, es tan legítimo como el que sientan otros quienes en primeras, segundas y demás generaciones se vayan adhiriendo.
Más motivo para el mutuo respeto
Según se vayan generalizando los usos de la blogosfera al máximo nivel mundial e intercultural, es importante que tanto macro como microblogosfera se continúen combinando para que cualquier usuario de cualquier cultura pueda en todo momento disponer de lo bueno que respectivamente aporta una mayor elaboración propia y una bidireccionalidad más intensa. A diferencia de toda primera generación plenamente blóguer que ya sea una completa realidad, las que vengan ya deben asumir de entrada blogs al uso y redes sociales a la vez.
La primera y, por expresarlo de algún modo, genuina primera generación plenamente blóguer ha vivido de lleno en la transición de la existencia de sólo blogs al uso, y que al existir sólo éstos eran sencillamente los blogs, a la coexistencia de los mismos con los microblogs, o sea, las redes sociales. No tendría demasiado sentido que donde se geste una nueva y específica primera generación plenamente blóguer se siga ese mismo proceso que quienes son ya primera generación de tal tipo han vivido, lo cual da aún más motivo para el mutuo respeto entre culturas y, en particular, entre nueva primera generación blóguer y primera generación blóguer consolidada. Los de primera y nueva generación plenamente blóguer llegan más tarde, si bien no necesariamente por voluntad propia desde su cultura, a la familiarización con el ámbito de los blogs pero tienen en cambio el reto de asumirlo de golpe, esto es, con macro y microblogosfera al mismo tiempo y con el notable contraste que ello puede comportar en muchos casos si la cultura de la que se trate ha sido hasta el momento muy cerrada en estas cuestiones. Por su parte, los de primera pero ya consolidada generación plenamente blóguer han tenido la ventaja de ir acostumbrándose más gradualmente a todo este proceso y, si no en todos, probablemente en la mayoría de casos ya provenían de un entorno favorable al progreso tecnológico; pero si se acomodan por su condición de genuina y consolidada primera generación plenamente blóguer, no será de extrañar que las otras primeras generaciones blóguers que emerjan puedan superarles con facilidad.
En un mundo en que esté por completo extendida la blogosfera a todas las culturas, en concreto a todas las civilizadas, será muy enriquecedor que, pertenezcas a una nueva o a una consolidada primera generación plenamente blóguer, desarrolles tu propia iniciativa bloguera con el máximo sello genuino que puedas al tiempo que estés receptivo a la interactividad bidireccional que se genere por hacer tu proyecto accesible en abierto en la blogosfera. De todos los pareceres que en cuanto a lo que publiques recibas, más que tener presente el origen geográfico y la pertenencia o no a una generación blóguer como la tuya, valora el sentido constructivo que te pueda reportar.
La primera y, por expresarlo de algún modo, genuina primera generación plenamente blóguer ha vivido de lleno en la transición de la existencia de sólo blogs al uso, y que al existir sólo éstos eran sencillamente los blogs, a la coexistencia de los mismos con los microblogs, o sea, las redes sociales. No tendría demasiado sentido que donde se geste una nueva y específica primera generación plenamente blóguer se siga ese mismo proceso que quienes son ya primera generación de tal tipo han vivido, lo cual da aún más motivo para el mutuo respeto entre culturas y, en particular, entre nueva primera generación blóguer y primera generación blóguer consolidada. Los de primera y nueva generación plenamente blóguer llegan más tarde, si bien no necesariamente por voluntad propia desde su cultura, a la familiarización con el ámbito de los blogs pero tienen en cambio el reto de asumirlo de golpe, esto es, con macro y microblogosfera al mismo tiempo y con el notable contraste que ello puede comportar en muchos casos si la cultura de la que se trate ha sido hasta el momento muy cerrada en estas cuestiones. Por su parte, los de primera pero ya consolidada generación plenamente blóguer han tenido la ventaja de ir acostumbrándose más gradualmente a todo este proceso y, si no en todos, probablemente en la mayoría de casos ya provenían de un entorno favorable al progreso tecnológico; pero si se acomodan por su condición de genuina y consolidada primera generación plenamente blóguer, no será de extrañar que las otras primeras generaciones blóguers que emerjan puedan superarles con facilidad.
En un mundo en que esté por completo extendida la blogosfera a todas las culturas, en concreto a todas las civilizadas, será muy enriquecedor que, pertenezcas a una nueva o a una consolidada primera generación plenamente blóguer, desarrolles tu propia iniciativa bloguera con el máximo sello genuino que puedas al tiempo que estés receptivo a la interactividad bidireccional que se genere por hacer tu proyecto accesible en abierto en la blogosfera. De todos los pareceres que en cuanto a lo que publiques recibas, más que tener presente el origen geográfico y la pertenencia o no a una generación blóguer como la tuya, valora el sentido constructivo que te pueda reportar.
Varias primeras generaciones plenamente blóguers
Aunque en base al propio origen de la denominación de blogosfera hay formalmente y a nivel general una primera generación plenamente blóguer, existen multitud de entornos culturales donde aunque acabe, como es previsible, por llegar la total extensión del ciberespacio y por tanto del ámbito blóguer, no hay por esto mismo todavía, a nivel específico de tales entornos culturales, una primera generación plenamente blóguer o siquiera una primera generación medianamente blóguer. Ello no conlleva que se trate de culturas de las que no aprender desde donde se tenga ya práctica en lo hipertecnológico.
Hasta en aquellos lugares donde en efecto se da por completo una primera generación plenamente blóguer, o sea, que ya no ha conocido, a lo menos en gran profundidad, un mundo sin blogosfera, todavía puede ser fácil encontrar actitudes respecto a lo telemático en general y lo blóguer en particular que no vayan más allá de considerarlos con una importancia no demasiado relevante en relación a la que, supuestamente, mantienen otros grandes entornos comunicativos y, por extensión, otras manifestaciones de lo tradicional no necesariamente muy remoto. Siendo esto así, es natural que, donde la informática más simple aún no tenga como mínimo una cierta presencia, todavía tarde más en calar la relevancia que para toda la humanidad conlleva, por lo menos en potencia pero ya cada vez más a nivel efectivo, la eclosión de lo telemático y, dentro de éste, lo bloguero. En cualquier caso, a lo largo y ancho del planeta, y aunque sea poco a poco, todo apunta según nuestra perspectiva a que irán habiendo varias primeras generaciones plenamente blóguers que, según vayan manifestándose, concebirán el mundo desde la inherente interactividad bidireccional a gran escala que tan característica es justo en la blogosfera y, con esto, sin tener por qué dejar caer en el olvido el bagaje de generaciones anteriores sino, al contrario, contribuyendo mediante lo multimedia y los blogs a su conservación, configurarán unas relaciones interculturales más basadas en la omnimultimodalidad inclusiva.
Según vayas observando que cada vez en más lugares se dan las respectivas y específicas primeras generaciones plenamente blóguers, es importante no caer en juzgarlas considerándolas secundarias por el hecho de no haberse adaptado antes a este entorno tecnológico. Las generaciones de blóguers se necesitan unas a otras, tanto las primeras a las más recientes como a la inversa o, de no creer en esto, estarás poniendo límites a la misma interactividad, en especial la bidireccional, tan pertinente y genuina que puede llevar a que de la multiculturalidad mundial se deriven no tantos conflictos sino, todo lo opuesto, cada vez más concordia entre toda la humanidad.
Hasta en aquellos lugares donde en efecto se da por completo una primera generación plenamente blóguer, o sea, que ya no ha conocido, a lo menos en gran profundidad, un mundo sin blogosfera, todavía puede ser fácil encontrar actitudes respecto a lo telemático en general y lo blóguer en particular que no vayan más allá de considerarlos con una importancia no demasiado relevante en relación a la que, supuestamente, mantienen otros grandes entornos comunicativos y, por extensión, otras manifestaciones de lo tradicional no necesariamente muy remoto. Siendo esto así, es natural que, donde la informática más simple aún no tenga como mínimo una cierta presencia, todavía tarde más en calar la relevancia que para toda la humanidad conlleva, por lo menos en potencia pero ya cada vez más a nivel efectivo, la eclosión de lo telemático y, dentro de éste, lo bloguero. En cualquier caso, a lo largo y ancho del planeta, y aunque sea poco a poco, todo apunta según nuestra perspectiva a que irán habiendo varias primeras generaciones plenamente blóguers que, según vayan manifestándose, concebirán el mundo desde la inherente interactividad bidireccional a gran escala que tan característica es justo en la blogosfera y, con esto, sin tener por qué dejar caer en el olvido el bagaje de generaciones anteriores sino, al contrario, contribuyendo mediante lo multimedia y los blogs a su conservación, configurarán unas relaciones interculturales más basadas en la omnimultimodalidad inclusiva.
Según vayas observando que cada vez en más lugares se dan las respectivas y específicas primeras generaciones plenamente blóguers, es importante no caer en juzgarlas considerándolas secundarias por el hecho de no haberse adaptado antes a este entorno tecnológico. Las generaciones de blóguers se necesitan unas a otras, tanto las primeras a las más recientes como a la inversa o, de no creer en esto, estarás poniendo límites a la misma interactividad, en especial la bidireccional, tan pertinente y genuina que puede llevar a que de la multiculturalidad mundial se deriven no tantos conflictos sino, todo lo opuesto, cada vez más concordia entre toda la humanidad.
Multimedia y multiculturalidad
De todos los modos de elaboración, difusión y conservación que a lo largo de la historia ha habido en cuanto a la cultura y la civilización en sus dimensiones más amplias, se encuentra con toda probabilidad en la blogosfera y por extensión en el ciberespacio el mejor de los desarrollados, lejos del rol puramente accesorio y hasta un tanto trivial que todavía a veces se atribuye a todo lo telemático. Es una oportunidad única de dignificar la tradición a la vez que se progresa hacia las necesarias nuevas realidades culturales que conlleven una mejor convivencia a nivel global.
Un parecido temor al identificable a menudo al entrar en contacto culturas diferentes, lo podemos hallar dentro de cada cultura respecto a sí misma y en cuanto al paso de las generaciones: se suele temer que la tradición se pierda y de ahí se procura que la próxima generación esté concienciada de que tiene que perpetuar de algún modo el bagaje cultural propio de su entorno. En el marco de un instrumental rudimentario o medianamente sofisticado para elaborar, difundir y conservar el conocimiento, tal temor, que de por sí es por lo menos un tanto comprensible y natural, tiene especial sentido y mayor, aunque entonces de legitimidad más cuestionable, en caso de que por falta de apertura una cierta tradición se aferre a tal instrumental percibiendo que conlleva una profunda amenaza otra cultura dotada de recursos más sofisticados para el conocimiento. Sin embargo, la tecnología multimedia que supone Internet, y cuya tendencia es y parece que inevitablemente seguirá siendo la de extenderse entre todas las culturas civilizadas, es de tal sofisticación que, si la manejamos pertinentemente, nos permitirá en cualquiera de las civilizaciones y culturas, dejar permanente constancia de lo que éstas han sido, quedando así pues en estado consultable y, en su caso, recuperable, por quien sea y cuando sea, pudiendo la humanidad centrarse en qué hacer a partir de ahora para, sin que ya pueda caer en el olvido prácticamente nada del pasado, decidir de qué manera orientamos mejor las siguientes etapas históricas.
Volcando en Internet, y en particular en los blogs, en cuanto mayor grado multimedia la multiculturalidad que hasta hoy la humanidad ha formado, estaremos cumpliendo a nivel global y permanente con la debida conservación que toda cultura y toda civilización merecen, así como con la condición recuperable de aquello inclusivo que sea oportuno para el futuro. Combinando, en la medida que puedas, multimedia y multiculturalidad para asegurar que no se pierde el recuerdo de lo tradicional, contribuyes a por lo menos suavizar la inercia a la férrea conservación de las tradiciones y a que la humanidad contemple más lo que sin tal férrea conservación puede devenir en alguna nueva realidad cultural, y también multimedia, con la que avanzar hacia lo pacífico que esa conservación férrea, por su carácter marcadamente excluyente, no facilita.
Un parecido temor al identificable a menudo al entrar en contacto culturas diferentes, lo podemos hallar dentro de cada cultura respecto a sí misma y en cuanto al paso de las generaciones: se suele temer que la tradición se pierda y de ahí se procura que la próxima generación esté concienciada de que tiene que perpetuar de algún modo el bagaje cultural propio de su entorno. En el marco de un instrumental rudimentario o medianamente sofisticado para elaborar, difundir y conservar el conocimiento, tal temor, que de por sí es por lo menos un tanto comprensible y natural, tiene especial sentido y mayor, aunque entonces de legitimidad más cuestionable, en caso de que por falta de apertura una cierta tradición se aferre a tal instrumental percibiendo que conlleva una profunda amenaza otra cultura dotada de recursos más sofisticados para el conocimiento. Sin embargo, la tecnología multimedia que supone Internet, y cuya tendencia es y parece que inevitablemente seguirá siendo la de extenderse entre todas las culturas civilizadas, es de tal sofisticación que, si la manejamos pertinentemente, nos permitirá en cualquiera de las civilizaciones y culturas, dejar permanente constancia de lo que éstas han sido, quedando así pues en estado consultable y, en su caso, recuperable, por quien sea y cuando sea, pudiendo la humanidad centrarse en qué hacer a partir de ahora para, sin que ya pueda caer en el olvido prácticamente nada del pasado, decidir de qué manera orientamos mejor las siguientes etapas históricas.
Volcando en Internet, y en particular en los blogs, en cuanto mayor grado multimedia la multiculturalidad que hasta hoy la humanidad ha formado, estaremos cumpliendo a nivel global y permanente con la debida conservación que toda cultura y toda civilización merecen, así como con la condición recuperable de aquello inclusivo que sea oportuno para el futuro. Combinando, en la medida que puedas, multimedia y multiculturalidad para asegurar que no se pierde el recuerdo de lo tradicional, contribuyes a por lo menos suavizar la inercia a la férrea conservación de las tradiciones y a que la humanidad contemple más lo que sin tal férrea conservación puede devenir en alguna nueva realidad cultural, y también multimedia, con la que avanzar hacia lo pacífico que esa conservación férrea, por su carácter marcadamente excluyente, no facilita.
Las diferentes culturas civilizadas
Además de ser ideas relacionadas, bien puede considerarse que diversidad, tolerancia o respeto, diálogo e intercambio culturales siguen por este mismo orden una secuencia, probablemente si no la única la mejor, por la que transitar hacia una realidad cultural transformadora en profundidad y global. Esta realidad, que sería la efectiva omnimultimodalidad cultural, tan sólo tendría sentido en última instancia desde la inclusividad, pues de hecho ya se da en sentido excluyente.
Las tradiciones culturales, aun no teniendo por qué implicar conflictos entre sí, son excluyentes por sus respectivas, y hasta cierto punto naturales y comprensibles, inherencias a la conservación y de ahí a remarcar lo que las diferencia unas de otras. Siguiendo sin tener por qué derivar en conflicto, todo contacto intercultural es susceptible, a fechas actuales y prácticamente durante toda la existencia humana, de por mucho que se vehicule con tolerancia, respeto, diálogo e intercambio generar a lo menos por alguna de las partes un cierto temor. Parece que en la medida que uno es, o más bien ha tenido que ser casi sin más remedio, parte de una tradición cultural puede con facilidad sentir, de alguna manera por vinculación al instinto de supervivencia más primario, que una amenaza emerge al entrar en contacto con otra tradición cultural, sin perjuicio de que hasta incluso donde llega el intercambio cultural se desarrolle todo sin violencia alguna. Cuando por lo menos entre las diferentes culturas civilizadas, por mucho que se quiera en todas como de hecho es lícito que la tradición no caiga en el olvido, consigamos dejar de tratarnos desde tal temor y así pues todas y cada una de las culturas abandonen entre sí el marcado carácter excluyente y adopten por completo una dimensión inclusiva, integradora y transformadora, estaremos empezando a contribuir decididamente a que la humanidad sea menos multitradicional y más cultural y omnimultimodalmente inclusiva.
Pertenezcas a una poco o muy extendida tradición cultural va dejando de tener sentido que los contactos e intercambios interculturales deriven en temor por la amenaza, aun no siendo de tipo violento, de una cultura respecto a otra, pues si tanto te preocupa la pérdida de tu cultura y su tradición dispones precisamente de la blogosfera para dejar sin límite de capacidad constancia de ellas. Al poder en los blogs inmortalizar las civilizaciones tal y como han sido hasta ahora, bien te puedes concentrar en qué hacer para, con todo tu derecho en tanto que heredero de la civilización que sea, transformar tal civilización para que nuevas realidades de convivencia interculturales hagan factible un mundo más pacífico.
Las tradiciones culturales, aun no teniendo por qué implicar conflictos entre sí, son excluyentes por sus respectivas, y hasta cierto punto naturales y comprensibles, inherencias a la conservación y de ahí a remarcar lo que las diferencia unas de otras. Siguiendo sin tener por qué derivar en conflicto, todo contacto intercultural es susceptible, a fechas actuales y prácticamente durante toda la existencia humana, de por mucho que se vehicule con tolerancia, respeto, diálogo e intercambio generar a lo menos por alguna de las partes un cierto temor. Parece que en la medida que uno es, o más bien ha tenido que ser casi sin más remedio, parte de una tradición cultural puede con facilidad sentir, de alguna manera por vinculación al instinto de supervivencia más primario, que una amenaza emerge al entrar en contacto con otra tradición cultural, sin perjuicio de que hasta incluso donde llega el intercambio cultural se desarrolle todo sin violencia alguna. Cuando por lo menos entre las diferentes culturas civilizadas, por mucho que se quiera en todas como de hecho es lícito que la tradición no caiga en el olvido, consigamos dejar de tratarnos desde tal temor y así pues todas y cada una de las culturas abandonen entre sí el marcado carácter excluyente y adopten por completo una dimensión inclusiva, integradora y transformadora, estaremos empezando a contribuir decididamente a que la humanidad sea menos multitradicional y más cultural y omnimultimodalmente inclusiva.
Pertenezcas a una poco o muy extendida tradición cultural va dejando de tener sentido que los contactos e intercambios interculturales deriven en temor por la amenaza, aun no siendo de tipo violento, de una cultura respecto a otra, pues si tanto te preocupa la pérdida de tu cultura y su tradición dispones precisamente de la blogosfera para dejar sin límite de capacidad constancia de ellas. Al poder en los blogs inmortalizar las civilizaciones tal y como han sido hasta ahora, bien te puedes concentrar en qué hacer para, con todo tu derecho en tanto que heredero de la civilización que sea, transformar tal civilización para que nuevas realidades de convivencia interculturales hagan factible un mundo más pacífico.
Una completa reconsideración de la cultura
Siendo ya materia ampliamente tratada al igual que diversidad cultural, tolerancia cultural y respeto cultural, el diálogo cultural, que es una acción práctica y por lo común de tipo inclusivo, tampoco es con exactitud algo con lo que sería prescindible la denominación de omnimultimodalidad cultural. En todo caso sería una de las varias prácticas que por lo menos potencialmente pueden constituir tal omnimultimodalidad.
Aun acercándose bastante, más incluso que las no obstante muy importantes ideas de diversidad, tolerancia, respeto y diálogo culturales, ni siquiera el multidiálogo cultural, con todo lo que conlleva más allá de lo que en particular sería el diálogo cultural, es lo mismo que omnimultimodalidad cultural. La diversidad es el hecho; la tolerancia y el respeto son las actitudes, que además son desde nuestra perspectiva las mejores a adoptar; y el diálogo es una medida concreta adoptada más a pequeña o más a gran escala y de normal con finalidad inclusiva, igualitaria y de beneficio recíproco. La omnimultimodalidad cultural es lo que todo ello sumado debe adquirir además una vertiente práctica que todavía va más allá, hacia el intercambio cultural, que es también un concepto estudiado, pero nos referimos a un intercambio cultural a gran escala y que no tenga por qué darse necesariamente entre culturas físicamente próximas o con un vínculo histórico, sino en cualquier caso asumiendo la propia y constante imperfección y, en sentido inclusivo, la necesidad de transformación cultural a nivel global. De ahí, si algo funciona bien, es inclusivo, practicable por cualquiera, no es violento ni macabro ni en modo alguno causa o puede causar sumisión, qué más da de la cultura que provenga. Intercambiando de manera inclusiva prácticas y costumbres entre culturas tendremos oportunidad de que las reticencias, desconfianzas y en última instancia conflictos que todavía entre culturas, y más cuanto más diferentes son entre sí, hay vayan erosionándose.
De las tradiciones está bien ser partícipe y sentir incluso mucho afecto por ellas pero desde el momento en el que el arraigo a las profundas identidades tradicionales por parte de todas las culturas hace que los conflictos sean permanentes, cabe que el replanteamiento que puedas hacerte a nivel individual como el que también al máximo nivel colectivo sería necesario se profundice. Tal profundización, para la que los blogs pueden ser un importante instrumento, haría factible una completa reconsideración de la cultura que con cierto empeño seguro que podría contribuir a un mayor entendimiento entre todos los humanos y de la humanidad con sus entornos.
Aun acercándose bastante, más incluso que las no obstante muy importantes ideas de diversidad, tolerancia, respeto y diálogo culturales, ni siquiera el multidiálogo cultural, con todo lo que conlleva más allá de lo que en particular sería el diálogo cultural, es lo mismo que omnimultimodalidad cultural. La diversidad es el hecho; la tolerancia y el respeto son las actitudes, que además son desde nuestra perspectiva las mejores a adoptar; y el diálogo es una medida concreta adoptada más a pequeña o más a gran escala y de normal con finalidad inclusiva, igualitaria y de beneficio recíproco. La omnimultimodalidad cultural es lo que todo ello sumado debe adquirir además una vertiente práctica que todavía va más allá, hacia el intercambio cultural, que es también un concepto estudiado, pero nos referimos a un intercambio cultural a gran escala y que no tenga por qué darse necesariamente entre culturas físicamente próximas o con un vínculo histórico, sino en cualquier caso asumiendo la propia y constante imperfección y, en sentido inclusivo, la necesidad de transformación cultural a nivel global. De ahí, si algo funciona bien, es inclusivo, practicable por cualquiera, no es violento ni macabro ni en modo alguno causa o puede causar sumisión, qué más da de la cultura que provenga. Intercambiando de manera inclusiva prácticas y costumbres entre culturas tendremos oportunidad de que las reticencias, desconfianzas y en última instancia conflictos que todavía entre culturas, y más cuanto más diferentes son entre sí, hay vayan erosionándose.
De las tradiciones está bien ser partícipe y sentir incluso mucho afecto por ellas pero desde el momento en el que el arraigo a las profundas identidades tradicionales por parte de todas las culturas hace que los conflictos sean permanentes, cabe que el replanteamiento que puedas hacerte a nivel individual como el que también al máximo nivel colectivo sería necesario se profundice. Tal profundización, para la que los blogs pueden ser un importante instrumento, haría factible una completa reconsideración de la cultura que con cierto empeño seguro que podría contribuir a un mayor entendimiento entre todos los humanos y de la humanidad con sus entornos.
Multidiálogo cultural
En el camino hacia nuevas realidades culturales mediante las que el mundo pueda devenir un lugar mejor, la tecnología telemática y de ahí la blogosfera tiene un gran potencial para hacerse instrumento vehiculador de ese camino. Las implicaciones que se derivan, de un lado por parte de quienes ya están familiarizados y de otro lado por quienes aún no tienen tal tecnología a su alcance, merecen ser tema a analizar.
Que la tecnología de Internet, tal y como está capacitada para evolucionar, acabe en efecto evolucionando hasta una plena implantación en todos los confines del planeta no implica que por fuerza ello deba ir acompañado de una homogeneización de todos los lugares en base a la cultura occidental de la que Internet ha emanado. Asimismo, en las áreas extraoccidentales en las que Internet se implante, cabría hacerse el esfuerzo de, si se dan frenos tradicionales al progreso tecnológico, hacer cuanto sea factible por un pertinente replanteamiento que dé cabida a unos recursos que lejos de tener que ser, por así denominarlos, colonizadores culturales, bien pueden promover un conocimiento mutuo transterritorial a gran escala y a partir de esto un diálogo entre culturas, e incluso un multidiálogo cultural tal y como de hecho sería muy positivo para todos. Resulta importante así pues dejar a un lado tanto desde lo occidental como desde las demás vertientes de la civilización actitudes que, por ser demasiado insistentes en la diferenciación y la excesiva reivindicación, derivan en excluyentes y aislacionistas, pero también las que por motivos parecidos acaban por crear afán proselitista y homogeneizador. Al fin y al cabo, se trata de asumir desde todas las civilizaciones la propia imperfección y la necesidad de establecer nuevas combinaciones culturales para las que no haya temor de dar el paso desde ninguna de las partes.
Siendo un buen internauta no debieras limitarte a configurar tus ubicaciones favoritas sólo en función de aquellas que se adhieran más a los cimientos de la cultura que por defecto te haya tocado recibir. Ya que un blog de por sí es accesible en abierto por igual y de manera permanente en todo el globo, si rechazas la propia oportunidad que la blogosfera, y por extensión el ciberespacio, te da para interactuar al más alto nivel intercultural estarás desperdiciando opciones de que el interés por lo que haces cale más allá de lo que se corresponda casi, si no del todo, con tu entorno territorial más próximo.
Que la tecnología de Internet, tal y como está capacitada para evolucionar, acabe en efecto evolucionando hasta una plena implantación en todos los confines del planeta no implica que por fuerza ello deba ir acompañado de una homogeneización de todos los lugares en base a la cultura occidental de la que Internet ha emanado. Asimismo, en las áreas extraoccidentales en las que Internet se implante, cabría hacerse el esfuerzo de, si se dan frenos tradicionales al progreso tecnológico, hacer cuanto sea factible por un pertinente replanteamiento que dé cabida a unos recursos que lejos de tener que ser, por así denominarlos, colonizadores culturales, bien pueden promover un conocimiento mutuo transterritorial a gran escala y a partir de esto un diálogo entre culturas, e incluso un multidiálogo cultural tal y como de hecho sería muy positivo para todos. Resulta importante así pues dejar a un lado tanto desde lo occidental como desde las demás vertientes de la civilización actitudes que, por ser demasiado insistentes en la diferenciación y la excesiva reivindicación, derivan en excluyentes y aislacionistas, pero también las que por motivos parecidos acaban por crear afán proselitista y homogeneizador. Al fin y al cabo, se trata de asumir desde todas las civilizaciones la propia imperfección y la necesidad de establecer nuevas combinaciones culturales para las que no haya temor de dar el paso desde ninguna de las partes.
Siendo un buen internauta no debieras limitarte a configurar tus ubicaciones favoritas sólo en función de aquellas que se adhieran más a los cimientos de la cultura que por defecto te haya tocado recibir. Ya que un blog de por sí es accesible en abierto por igual y de manera permanente en todo el globo, si rechazas la propia oportunidad que la blogosfera, y por extensión el ciberespacio, te da para interactuar al más alto nivel intercultural estarás desperdiciando opciones de que el interés por lo que haces cale más allá de lo que se corresponda casi, si no del todo, con tu entorno territorial más próximo.
Culturalmente todos más al alcance de todos
Sin necesidad de que implique convivir mal, en estado salvaje y en particular dependiendo de bajo qué circunstancias ambientales puede difícilmente concebirse que los sujetos, también los animales incluido el ser humano, tengan opción de progresar para convivir mejor entre ellos y con los demás seres. La condición salvaje tiene mucho de sujeción a la inercia rudimentaria que va ligada al constante conflicto entre, y dentro de, las especies y que por defecto emana de la naturaleza; y sin embargo un ser, el ser humano, ha conseguido ir más allá para, aun no consiguiéndolo del todo, poder en todos los aspectos convivir mejor.
La capacidad de mejorar en cuanto a convivencia es propia del ser humano porque es lo que el ser humano, aun yendo también muy a menudo en sentido contrario, no ha dejado de hacer desde que es en efecto humano, o en cambio, seguiríamos todos en la edad de piedra. El resto de especies, y algunos reductos de aún primitivas comunidades humanas, pueden hacer lo posible por convivir, a secas, pero lo que es propiamente convivencia mejorable, sin necesidad de intervención de la evolución a gran escala para que ponga a prueba a los más aptos, nos parece razonable atribuirlo prácticamente en exclusiva a la humanidad en general, sin perjuicio de que por adoptar licencias un tanto literarias y en este sentido personificar seres vivos no humanos y elementos inertes recurramos a designarlos en tanto que según lo que estemos abordando pueden convivir mejor. La historia de la humanidad no es sino en esencia la historia de sus propios cambios para cada vez convivir mejor y de lo que, casi paradójicamente, todo ello ha conllevado en sí mismo de conflictivo entre la propia humanidad y entre ella y sus entornos. A lo largo de este multimilenario periplo hemos acabado desarrollando este magnífico entorno que es la blogosfera y con el que trascendiendo toda frontera física tenemos oportunidad de establecer en igualdad de condiciones interactividad entre todos de manera que quizá consigamos hacer surgir de esto una auténtica mejor convivencia en comparación a cualquier época pasada.
Por medio de comunidades tal cual, el ser humano no ha logrado en toda la historia la paz entre la propia especie humana ni la plena armonía de los humanos con el planeta. Tal vez las comunidades virtuales, lejos de tener que ser por fuerza un pozo de aislacionismo individual y colectivo, sean una determinante contribución a, por hacer que estemos culturalmente todos más al alcance de todos, la mejor de las convivencias que puedas llegar a identificar a nivel histórico.
La capacidad de mejorar en cuanto a convivencia es propia del ser humano porque es lo que el ser humano, aun yendo también muy a menudo en sentido contrario, no ha dejado de hacer desde que es en efecto humano, o en cambio, seguiríamos todos en la edad de piedra. El resto de especies, y algunos reductos de aún primitivas comunidades humanas, pueden hacer lo posible por convivir, a secas, pero lo que es propiamente convivencia mejorable, sin necesidad de intervención de la evolución a gran escala para que ponga a prueba a los más aptos, nos parece razonable atribuirlo prácticamente en exclusiva a la humanidad en general, sin perjuicio de que por adoptar licencias un tanto literarias y en este sentido personificar seres vivos no humanos y elementos inertes recurramos a designarlos en tanto que según lo que estemos abordando pueden convivir mejor. La historia de la humanidad no es sino en esencia la historia de sus propios cambios para cada vez convivir mejor y de lo que, casi paradójicamente, todo ello ha conllevado en sí mismo de conflictivo entre la propia humanidad y entre ella y sus entornos. A lo largo de este multimilenario periplo hemos acabado desarrollando este magnífico entorno que es la blogosfera y con el que trascendiendo toda frontera física tenemos oportunidad de establecer en igualdad de condiciones interactividad entre todos de manera que quizá consigamos hacer surgir de esto una auténtica mejor convivencia en comparación a cualquier época pasada.
Por medio de comunidades tal cual, el ser humano no ha logrado en toda la historia la paz entre la propia especie humana ni la plena armonía de los humanos con el planeta. Tal vez las comunidades virtuales, lejos de tener que ser por fuerza un pozo de aislacionismo individual y colectivo, sean una determinante contribución a, por hacer que estemos culturalmente todos más al alcance de todos, la mejor de las convivencias que puedas llegar a identificar a nivel histórico.
Lo tradicional, su conservación o su ruptura
Establecer lo que cabe mantener y lo que cabe modificar o hasta suprimir en una tradición es desde luego complejo incluso con la mayor de las predisposiciones desde la propia cultura para transformarse. A modo de, por lo menos en cierta medida, una buena guía respecto a lo tradicional, su conservación o su ruptura, puede tomarse el practicar autocrítica e interactividad, tanto a nivel colectivo como individual.
Hay culturas, e individuos, menos o más proclives, entendiéndose en cualquiera de los casos que es con la idea de para mejor, a cambiar que otras culturas u otros individuos, lo cual por lo común demuestra respectivamente el menor o mayor nivel de autocrítica que la cultura o el individuo que sea tengan; y lo natural y más positivo precisamente en un sentido cultural inclusivo es que en la medida que la mejora se consigue tendamos a querer diseminar su uso entre otras culturas y otros sujetos, lo cual puede conllevar en el mejor de los casos intercambios, o sea interactividad, sea de tipo lucrativo sea de tipo desinteresado. Si en términos de autocrítica una cultura o un individuo se considera sin necesidad de cambiar por convicción de encontrarse en situación idónea, sin perjuicio de que dado tal caso se disfrute debidamente de tal situación, hay un peligro de entrar en una despreocupación extrema que incluso derive en sensación de perfección, lo cual puede llevar a bajar la guardia ante eventuales conveniencias de mejoras o por lo menos previsiones de mejoras, así como puede asimismo derivar en un exceso de confianza desvirtuado hasta los límites del egocentrismo y del aislacionismo. No obstante, y en especial en cuanto a culturas primitivas de antes y de hoy, no dejemos de lado que las condiciones ambientales quizá no lo han puesto fácil para que encuentren, ni por autocrítica ni sobre todo mediante la pertinente interactividad con otras culturas, una vía de entenderse a sí mismas diferente a la por todo ello casi inevitable autosuficiencia más rudimentaria y el aislacionismo más primario. Para quienes conocen, en cambio, y de hecho no pertenecen a otra realidad que la de la cultura y la sociedad hipertecnológicas, son esas culturas primitivas tan extrañas y de difícil interacción como para ellas lo cultural más moderno.
Dada tu pertenencia, desde el momento en que puedes e incluso te conviene navegar por y elaborar blogs, a la considerada cultura más avanzada, ejercer autocrítica e interactividad por lo menos dentro de las diferentes vertientes de tal cultura avanzada es lo que debe guiarte en el aporte que en tu medida puedas hacer a la omnimultimodalidad cultural inclusiva. Con el tiempo, que incluso puede hasta requerir el paso de varias generaciones, ello quizá derive en una auténtica mejora cultural a escala planetaria.
Hay culturas, e individuos, menos o más proclives, entendiéndose en cualquiera de los casos que es con la idea de para mejor, a cambiar que otras culturas u otros individuos, lo cual por lo común demuestra respectivamente el menor o mayor nivel de autocrítica que la cultura o el individuo que sea tengan; y lo natural y más positivo precisamente en un sentido cultural inclusivo es que en la medida que la mejora se consigue tendamos a querer diseminar su uso entre otras culturas y otros sujetos, lo cual puede conllevar en el mejor de los casos intercambios, o sea interactividad, sea de tipo lucrativo sea de tipo desinteresado. Si en términos de autocrítica una cultura o un individuo se considera sin necesidad de cambiar por convicción de encontrarse en situación idónea, sin perjuicio de que dado tal caso se disfrute debidamente de tal situación, hay un peligro de entrar en una despreocupación extrema que incluso derive en sensación de perfección, lo cual puede llevar a bajar la guardia ante eventuales conveniencias de mejoras o por lo menos previsiones de mejoras, así como puede asimismo derivar en un exceso de confianza desvirtuado hasta los límites del egocentrismo y del aislacionismo. No obstante, y en especial en cuanto a culturas primitivas de antes y de hoy, no dejemos de lado que las condiciones ambientales quizá no lo han puesto fácil para que encuentren, ni por autocrítica ni sobre todo mediante la pertinente interactividad con otras culturas, una vía de entenderse a sí mismas diferente a la por todo ello casi inevitable autosuficiencia más rudimentaria y el aislacionismo más primario. Para quienes conocen, en cambio, y de hecho no pertenecen a otra realidad que la de la cultura y la sociedad hipertecnológicas, son esas culturas primitivas tan extrañas y de difícil interacción como para ellas lo cultural más moderno.
Dada tu pertenencia, desde el momento en que puedes e incluso te conviene navegar por y elaborar blogs, a la considerada cultura más avanzada, ejercer autocrítica e interactividad por lo menos dentro de las diferentes vertientes de tal cultura avanzada es lo que debe guiarte en el aporte que en tu medida puedas hacer a la omnimultimodalidad cultural inclusiva. Con el tiempo, que incluso puede hasta requerir el paso de varias generaciones, ello quizá derive en una auténtica mejora cultural a escala planetaria.
El peso de la tradición
Diversidad, tolerancia y respeto son necesarias para entender la omnimultimodalidad cultural porque son ideas sin las que tal omnimultimodalidad no tiene base en la que sustentarse pero, de no asumir la propia imperfección y la necesidad de interactividad, poco habrá que hacer en cualquier individuo en particular y en toda cultura en general para que la omnimultimodalidad cultural vaya además hacia la inclusividad.
En su largo proceso de configuración y, en cualquier caso, de permanencia a lo largo de la existencia de la humanidad, las diferentes culturas que hasta nuestros días seguimos manteniendo deben tener todas un innegable mínimo sentido aunque a veces, en especial en una cultura respecto a otra, cueste encontrarlo, pero de todos modos, lo que está bastante claro es que, desde una perspectiva lo más a escala mundial que podamos aunque también en muchos casos a pequeñas escalas, tales culturas actuales no se llevan muchas veces bien entre sí ni cada una dentro de sí. Todo aquello que adopta una forma y un contenido consistentes, abordemos lo concreto o lo abstracto, lo vivo o lo inerte, no es de extrañar que tenga tendencia a mantenerse, a desarrollar si no un instinto sí una inercia a la conservación, y en el caso cultural es en el peso de la tradición donde podemos identificar tal inercia. Llegando incluso a desarrollar, tal y como es natural, intensos sentimientos afectivos tanto a nivel individual como de colectividad ante tal tradición en cada cultura respectiva, conviene no obstante que desde toda cultura, en la medida que no está conviviendo adecuadamente con otra, o con otras, ni consigo misma y teniendo en su medida toda cultura su derecho a reivindicarse, consideremos en qué nos estamos equivocando, que asumamos la imperfección mutua y que interactuemos desde todo el respeto recíproco para avanzar hacia nuevas realidades culturales para las que hacer ciertas renuncias a la tradición bien puede redundar en un mayor bien común.
Al desarrollar al máximo tus capacidades blogueras e interactuar desde la tolerancia, el respeto y la mayor meticulosidad que imprecisión, pertenezcas a la cultura que pertenezcas estarás contribuyendo a suscitar interés por tu cultura y se supone que estarás a su vez desarrollando tu propio interés por otras culturas. Dispones con la blogosfera de unas capacidades de amplia trascendencia territorial para en este sentido hacer, en la medida que te resulte factible, tu aporte a un mundo más culturalmente omnimultimodal.
En su largo proceso de configuración y, en cualquier caso, de permanencia a lo largo de la existencia de la humanidad, las diferentes culturas que hasta nuestros días seguimos manteniendo deben tener todas un innegable mínimo sentido aunque a veces, en especial en una cultura respecto a otra, cueste encontrarlo, pero de todos modos, lo que está bastante claro es que, desde una perspectiva lo más a escala mundial que podamos aunque también en muchos casos a pequeñas escalas, tales culturas actuales no se llevan muchas veces bien entre sí ni cada una dentro de sí. Todo aquello que adopta una forma y un contenido consistentes, abordemos lo concreto o lo abstracto, lo vivo o lo inerte, no es de extrañar que tenga tendencia a mantenerse, a desarrollar si no un instinto sí una inercia a la conservación, y en el caso cultural es en el peso de la tradición donde podemos identificar tal inercia. Llegando incluso a desarrollar, tal y como es natural, intensos sentimientos afectivos tanto a nivel individual como de colectividad ante tal tradición en cada cultura respectiva, conviene no obstante que desde toda cultura, en la medida que no está conviviendo adecuadamente con otra, o con otras, ni consigo misma y teniendo en su medida toda cultura su derecho a reivindicarse, consideremos en qué nos estamos equivocando, que asumamos la imperfección mutua y que interactuemos desde todo el respeto recíproco para avanzar hacia nuevas realidades culturales para las que hacer ciertas renuncias a la tradición bien puede redundar en un mayor bien común.
Al desarrollar al máximo tus capacidades blogueras e interactuar desde la tolerancia, el respeto y la mayor meticulosidad que imprecisión, pertenezcas a la cultura que pertenezcas estarás contribuyendo a suscitar interés por tu cultura y se supone que estarás a su vez desarrollando tu propio interés por otras culturas. Dispones con la blogosfera de unas capacidades de amplia trascendencia territorial para en este sentido hacer, en la medida que te resulte factible, tu aporte a un mundo más culturalmente omnimultimodal.
La cultura entendida de manera omnimultimodal
Tolerancia y respeto son virtudes humanas enormemente valiosas de por sí y en la dimensión cultural constituyen pasos importantes hacia la omnimultimodalidad cultural inclusiva pero, justo por eso último, no son lo mismo que ésta, ni lo mismo que la omnimultimodalidad cultural en general. Igual que con la diversidad cultural y ante la quizá hasta mayor similitud entre respeto y tolerancia culturales y omnimultimodalidad cultural, la debida diferenciación resultará de gran ayuda.
Pretender, si no mediante la diversidad cultural, que con ideas tales como tolerancia cultural o respeto cultural, muy importantes también por cierto y que bien debemos fomentar, baste para referirnos a la omnimultimodalidad cultural no da bajo nuestro parecer un resultado satisfactorio. A lo sumo, si concebimos tolerancia y respeto culturales en tanto que caminos por los que llegar a vehicular la diversidad cultural hacia la omnimultimodalidad cultural, estaremos en lo cierto, pero la cultura entendida de manera omnimultimodal requiere todavía de algo más, esto es, que las culturas, y de ahí cada uno de los individuos humanos, se conciban entre sí en un grado de igualdad por el que, si bien es natural que cada cual intente preservar lo que considere valioso de su cultura, haya una predisposición y una efectiva acción de acercamiento y aprendizaje mutuos, partiendo así pues de la asunción que ninguna cultura, ni ningún individuo, es de manera inherente superior, ni mucho menos posee la, por otra parte inalcanzable e incluso no deseable, perfección. La tolerancia y el respeto no dejan de poder ser actitudes que, siendo buenas en sí mismas pues no van ligadas a la violencia, pueden no conllevar la predisposición al intercambio cultural con cualquier otra cultura mínimamente civilizada, y menos cuanto más diferente o lejana se conciba tal otra cultura; así que la tolerancia y el respeto, según de qué modo y aun no pretendiéndolo directamente, pueden acabar derivando en actitudes excluyentes o de separaciones claramente delimitadas entre culturas.
El recorrido de la tolerancia y del respeto, por muy buenas intenciones en las que supuestamente las bases, puede según de qué manera no ir más allá de una omnimultimodalidad cultural excluyente: por esto no son lo mismo que omnimultimodalidad cultural. La cultura entendida de manera omnimultimodal incluye la vertiente inclusiva de tal omnimultimodalidad, lo cual, y es en lo que la blogosfera puede tener un importante rol a desempeñar, implica acercamiento decidido, intercambio profundo: en definitiva, mucha interactividad.
Pretender, si no mediante la diversidad cultural, que con ideas tales como tolerancia cultural o respeto cultural, muy importantes también por cierto y que bien debemos fomentar, baste para referirnos a la omnimultimodalidad cultural no da bajo nuestro parecer un resultado satisfactorio. A lo sumo, si concebimos tolerancia y respeto culturales en tanto que caminos por los que llegar a vehicular la diversidad cultural hacia la omnimultimodalidad cultural, estaremos en lo cierto, pero la cultura entendida de manera omnimultimodal requiere todavía de algo más, esto es, que las culturas, y de ahí cada uno de los individuos humanos, se conciban entre sí en un grado de igualdad por el que, si bien es natural que cada cual intente preservar lo que considere valioso de su cultura, haya una predisposición y una efectiva acción de acercamiento y aprendizaje mutuos, partiendo así pues de la asunción que ninguna cultura, ni ningún individuo, es de manera inherente superior, ni mucho menos posee la, por otra parte inalcanzable e incluso no deseable, perfección. La tolerancia y el respeto no dejan de poder ser actitudes que, siendo buenas en sí mismas pues no van ligadas a la violencia, pueden no conllevar la predisposición al intercambio cultural con cualquier otra cultura mínimamente civilizada, y menos cuanto más diferente o lejana se conciba tal otra cultura; así que la tolerancia y el respeto, según de qué modo y aun no pretendiéndolo directamente, pueden acabar derivando en actitudes excluyentes o de separaciones claramente delimitadas entre culturas.
El recorrido de la tolerancia y del respeto, por muy buenas intenciones en las que supuestamente las bases, puede según de qué manera no ir más allá de una omnimultimodalidad cultural excluyente: por esto no son lo mismo que omnimultimodalidad cultural. La cultura entendida de manera omnimultimodal incluye la vertiente inclusiva de tal omnimultimodalidad, lo cual, y es en lo que la blogosfera puede tener un importante rol a desempeñar, implica acercamiento decidido, intercambio profundo: en definitiva, mucha interactividad.
Hacia la omnimultimodalidad cultural inclusiva
Por la estrecha relación entre la idea planteada de omnimultimodalidad cultural y la ya bien conocida de diversidad cultural, merecen establecerse con claridad las diferencias entre ambas. Valga esto a su vez para ser extrapolable a las mismas expresiones pero con la referencia social en vez de la cultural. Al poner de entrada el centro en el ámbito cultural resulta más coherente aprovechar para abordar lo que concierne al mestizaje.
Elegir una denominación como la de omnimultimodalidad cultural cuando existe la de diversidad cultural no responde a ganas de complicarnos la vida. La diversidad cultural, lejos de ser un concepto puntualmente tratado, ha devenido en las últimas décadas un auténtico tema de estudio al más alto nivel y puede con facilidad hallarse en el discurso habitual de las políticas de muchas instituciones; pero más allá de que esto se haya producido en las últimas décadas, lo que encontramos en la diversidad cultural en sí misma es en definitiva un hecho indiscutible que no responde a un fenómeno de hace sólo unas décadas, sino que la humanidad prácticamente desde sus orígenes, desde el momento en el que pueda considerarse que tiene sentido referirnos a la cultura, ha tenido tendencia a diversificarse culturalmente en su expansión por el mundo y a su vez a que se generen encuentros, o rencuentros, entre las diversificadas culturas, pudiendo dar entre otros resultados el mestizaje. Por omnimultimodalidad cultural nos referimos no tanto a un hecho, sino a una actitud respecto a precisamente el hecho de la diversidad cultural; y en la medida en que es inclusiva o excluyente tal omnimultimodalidad, nos encontraremos respectivamente con que tal actitud será positiva o negativa, receptiva o rechazadora. Desde la omnimultimodalidad cultural, por tanto, se admite la diversidad cultural; pero es cuando por ambas partes entre dos culturas en contacto o variantes en contacto dentro de una misma cultura se asume la no superioridad intrínseca de una cultura o de una variante cultural sobre la otra que estará produciéndose omnimultimodalidad en modo inclusivo, mientras que de lo contrario estaremos dando lugar a omnimultimodalidad que en caso extremo puede derivar en actitudes racistas, fundamentalismos y guerras.
Inevitablemente, si hay como creemos que hay motivos para creer en que, en paralelo a la mejora tecnológica, el ser humano va liberando cada vez mejores capacidades mentales, la omnimultimodalidad cultural, que todavía hoy puedes apreciar que a nivel planetario y hasta entre las culturas supuestamente más avanzadas es de carácter marcadamente excluyente, irá derivando hacia la omnimultimodalidad cultural inclusiva. De ahí por supuesto no será de extrañar que sigan produciéndose más nuevos mestizajes a escala mundial y a todos los niveles textuales y contextuales y que de todo ello en el ámbito de los blogs quede reflejo.
Elegir una denominación como la de omnimultimodalidad cultural cuando existe la de diversidad cultural no responde a ganas de complicarnos la vida. La diversidad cultural, lejos de ser un concepto puntualmente tratado, ha devenido en las últimas décadas un auténtico tema de estudio al más alto nivel y puede con facilidad hallarse en el discurso habitual de las políticas de muchas instituciones; pero más allá de que esto se haya producido en las últimas décadas, lo que encontramos en la diversidad cultural en sí misma es en definitiva un hecho indiscutible que no responde a un fenómeno de hace sólo unas décadas, sino que la humanidad prácticamente desde sus orígenes, desde el momento en el que pueda considerarse que tiene sentido referirnos a la cultura, ha tenido tendencia a diversificarse culturalmente en su expansión por el mundo y a su vez a que se generen encuentros, o rencuentros, entre las diversificadas culturas, pudiendo dar entre otros resultados el mestizaje. Por omnimultimodalidad cultural nos referimos no tanto a un hecho, sino a una actitud respecto a precisamente el hecho de la diversidad cultural; y en la medida en que es inclusiva o excluyente tal omnimultimodalidad, nos encontraremos respectivamente con que tal actitud será positiva o negativa, receptiva o rechazadora. Desde la omnimultimodalidad cultural, por tanto, se admite la diversidad cultural; pero es cuando por ambas partes entre dos culturas en contacto o variantes en contacto dentro de una misma cultura se asume la no superioridad intrínseca de una cultura o de una variante cultural sobre la otra que estará produciéndose omnimultimodalidad en modo inclusivo, mientras que de lo contrario estaremos dando lugar a omnimultimodalidad que en caso extremo puede derivar en actitudes racistas, fundamentalismos y guerras.
Inevitablemente, si hay como creemos que hay motivos para creer en que, en paralelo a la mejora tecnológica, el ser humano va liberando cada vez mejores capacidades mentales, la omnimultimodalidad cultural, que todavía hoy puedes apreciar que a nivel planetario y hasta entre las culturas supuestamente más avanzadas es de carácter marcadamente excluyente, irá derivando hacia la omnimultimodalidad cultural inclusiva. De ahí por supuesto no será de extrañar que sigan produciéndose más nuevos mestizajes a escala mundial y a todos los niveles textuales y contextuales y que de todo ello en el ámbito de los blogs quede reflejo.
Capaces de convivir mejor
Además de ser propiamente una necesidad que ha guiado al ser humano sobre todo en momentos de escasez o bien para precisamente prevenir tal escasez, ha sido para la humanidad una tendencia natural el trascender las limitaciones territoriales, tendencia que sería atribuible en parte por lo menos a la curiosidad que, ya siendo salvaje, el ser humano empezó a cultivar. Parece de hecho derivar esto de las entre sí paralelas mejora tecnológica y liberación de mejores capacidades mentales.
En términos de omnimultimodalidad cultural, estamos en una época fantástica porque a nivel planetario y en especial mediante las plataformas blogueras y demás recursos telemáticos las culturas de todos los lugares pueden estar más en contacto entre sí que nunca antes en la historia. Algo parece sin embargo no acabar de cuadrar para que lejos de estar en un mundo, si no del todo pacífico, por lo menos de cierta y claramente predominante armonía, existan aún muchos, demasiados, conflictos y muy crueles entre los propios humanos. Puesto que el argumento histórico no es, bajo nuestra perspectiva, asumible en tanto que justificación para fenómenos basados en lo excluyente, lo violento y lo macabro, no vale encontrar la explicación en que sencillamente esto siempre ha sido así y, en este sentido, una alternativa mínimamente válida sería enfocarlo desde la perspectiva demográfica: el ser humano está más presente que nunca antes a lo largo y ancho de todo el planeta y la población parece que seguirá creciendo, somos en definitiva cada vez más y al ser más existe mayor probabilidad de conflictos entre humanos que cuando éramos una especie poco o relativamente poco extendida; pero quedarnos en este punto nos parece de todos modos insuficiente pues nos estamos fijando en un aspecto puramente cuantitativo al que, desde según qué interpretaciones, puede acompañar la convicción de que tal naturaleza de interacciones negativas entre humanos no tiene remedio, volviendo en cierto modo a la vertiente falsa del argumento del siempre ha sido así.
Lo que, desde una perspectiva cualitativa, explicaría lo que en nuestros días ocurre en cuanto a todo esto es que, si bien el mundo está en una situación única y potencialmente muy buena de omnimultimodalidad social y cultural, ésta aún es en gran parte de tipología excluyente. Así pues, cuando vaya derivando, como por naturaleza nos parece que debiera hacer, hacia una auténtica omnimultimodalidad inclusiva, todos los humanos debiéramos ser cada vez más capaces de convivir mejor seamos cuantos seamos en el mundo.
En términos de omnimultimodalidad cultural, estamos en una época fantástica porque a nivel planetario y en especial mediante las plataformas blogueras y demás recursos telemáticos las culturas de todos los lugares pueden estar más en contacto entre sí que nunca antes en la historia. Algo parece sin embargo no acabar de cuadrar para que lejos de estar en un mundo, si no del todo pacífico, por lo menos de cierta y claramente predominante armonía, existan aún muchos, demasiados, conflictos y muy crueles entre los propios humanos. Puesto que el argumento histórico no es, bajo nuestra perspectiva, asumible en tanto que justificación para fenómenos basados en lo excluyente, lo violento y lo macabro, no vale encontrar la explicación en que sencillamente esto siempre ha sido así y, en este sentido, una alternativa mínimamente válida sería enfocarlo desde la perspectiva demográfica: el ser humano está más presente que nunca antes a lo largo y ancho de todo el planeta y la población parece que seguirá creciendo, somos en definitiva cada vez más y al ser más existe mayor probabilidad de conflictos entre humanos que cuando éramos una especie poco o relativamente poco extendida; pero quedarnos en este punto nos parece de todos modos insuficiente pues nos estamos fijando en un aspecto puramente cuantitativo al que, desde según qué interpretaciones, puede acompañar la convicción de que tal naturaleza de interacciones negativas entre humanos no tiene remedio, volviendo en cierto modo a la vertiente falsa del argumento del siempre ha sido así.
Lo que, desde una perspectiva cualitativa, explicaría lo que en nuestros días ocurre en cuanto a todo esto es que, si bien el mundo está en una situación única y potencialmente muy buena de omnimultimodalidad social y cultural, ésta aún es en gran parte de tipología excluyente. Así pues, cuando vaya derivando, como por naturaleza nos parece que debiera hacer, hacia una auténtica omnimultimodalidad inclusiva, todos los humanos debiéramos ser cada vez más capaces de convivir mejor seamos cuantos seamos en el mundo.
Una omnimultimodalidad inclusiva
De poco o nada sirve incidir en la inclusividad si ésta se aborda desde una extrema finalidad proselitista y supuestamente perfeccionista que por lo común no lleve sino a una tendencia homogeneizadora que, en mayor o en menor grado sutil, pretenda justificar poca más diferencia de la que represente la supuesta idoneidad de una férrea estructura de poder establecida y altamente personalizada que derive en prácticamente la sola diferenciación entre dominantes y sumisos. La inclusividad debe respetar e incluso fomentar el sano contraste de ideas y la diversidad.
A lo largo de la historia, y todavía más con las capacidades comunicativas actuales mediante Internet en general y blogs en particular, hemos ido logrando que, además de generalizarse el acceso a y la producción de la información, se generalice la libertad de sentimientos de pertenencia a culturas y territorios más allá de lo que a cada cual le pueda tocar por nacimiento, infancia y casi también buena parte de juventud, todo lo cual, si lo concebimos desde la perspectiva de una inclusividad cultural no perfeccionista, y por tanto, desde un respeto mutuo entre sensibilidades y entre individuos dentro de cada respectiva sensibilidad, es genial y desde luego la blogosfera deviene en este sentido un entorno magnífico para interactuar compartiendo, intercambiando y reflexionando. La clave de todo recae en la asunción de que la inclusividad cultural tiene sentido desde la base de que ninguna cultura asuma su supuesta perfección, una condición superior respecto a las demás con lo que intente acabar imponiéndose a las otras o anularlas, o en cambio, opte, menos o más conscientemente, por autocondenarse a vivir por completo al margen del resto de la humanidad. Nos parece, además de desearlo, que esta idea de una inclusividad omnimultimodal, que así sería denominable por su voluntad generalizadora a la vez que diversa, tiene su mayor virtud en que, lejos de ser un principio a ejecutar ni mucho menos por la fuerza, pues estaría entonces en contradicción consigo misma, es una tendencia de por sí natural y afortunadamente inevitable, si bien de maduración lenta, al igual que lo son la complejidad tecnológica y la liberación de mejores capacidades mentales, a las que de hecho va, o debiera ir, unida.
Igual que no tiene sentido desde la asunción de una condición de perfección, la inclusividad tampoco tiene por descontado sentido desde lo caótico. El caos, mediante lo cual se asuma la mezcla indiscriminada de todo sin más y donde nada tenga una validez mínimamente permanente, no derivaría sino en más bien perjudicar cualquier cultura o diversidad de culturas que tal caos abarcase. En la meticulosidad, el espíritu de mejora, la autocrítica, la revisión de preceptos y la asunción pero a su vez la voluntad de corrección en cuanto a errores, encontrarás lo esencial de una omnimultimodalidad inclusiva aplicable a los ámbitos virtuales y no virtuales.
A lo largo de la historia, y todavía más con las capacidades comunicativas actuales mediante Internet en general y blogs en particular, hemos ido logrando que, además de generalizarse el acceso a y la producción de la información, se generalice la libertad de sentimientos de pertenencia a culturas y territorios más allá de lo que a cada cual le pueda tocar por nacimiento, infancia y casi también buena parte de juventud, todo lo cual, si lo concebimos desde la perspectiva de una inclusividad cultural no perfeccionista, y por tanto, desde un respeto mutuo entre sensibilidades y entre individuos dentro de cada respectiva sensibilidad, es genial y desde luego la blogosfera deviene en este sentido un entorno magnífico para interactuar compartiendo, intercambiando y reflexionando. La clave de todo recae en la asunción de que la inclusividad cultural tiene sentido desde la base de que ninguna cultura asuma su supuesta perfección, una condición superior respecto a las demás con lo que intente acabar imponiéndose a las otras o anularlas, o en cambio, opte, menos o más conscientemente, por autocondenarse a vivir por completo al margen del resto de la humanidad. Nos parece, además de desearlo, que esta idea de una inclusividad omnimultimodal, que así sería denominable por su voluntad generalizadora a la vez que diversa, tiene su mayor virtud en que, lejos de ser un principio a ejecutar ni mucho menos por la fuerza, pues estaría entonces en contradicción consigo misma, es una tendencia de por sí natural y afortunadamente inevitable, si bien de maduración lenta, al igual que lo son la complejidad tecnológica y la liberación de mejores capacidades mentales, a las que de hecho va, o debiera ir, unida.
Igual que no tiene sentido desde la asunción de una condición de perfección, la inclusividad tampoco tiene por descontado sentido desde lo caótico. El caos, mediante lo cual se asuma la mezcla indiscriminada de todo sin más y donde nada tenga una validez mínimamente permanente, no derivaría sino en más bien perjudicar cualquier cultura o diversidad de culturas que tal caos abarcase. En la meticulosidad, el espíritu de mejora, la autocrítica, la revisión de preceptos y la asunción pero a su vez la voluntad de corrección en cuanto a errores, encontrarás lo esencial de una omnimultimodalidad inclusiva aplicable a los ámbitos virtuales y no virtuales.
Inclusividad cultural
A medida que la humanidad ha progresado y hasta antes de que se popularizase el uso de Internet, se ha ido logrando una cada vez mayor generalización del acceso a la información, entiéndase información desde un sentido amplio que abarque tanto ciencia como arte. Con las capacidades tecnológicas de lo telemático, a fechas actuales se ha conseguido que la generalización llegue no sólo al acceso sino a la producción de información.
Somos conscientes de que de por sí el puro argumento histórico no justifica lo que sea: por la misma razón que respecto a algo bueno podemos querer justificar su permanencia porque siempre ha sido así, también podríamos caer en el conformismo de que respecto a lo malo no hay remedio porque también ha sido siempre así. No es por descontado ésa nuestra intención y por ende incidimos tanto en que a la validez de que a lo largo de su historia la humanidad ha estado caracterizada por más desarrollo tecnológico y más capacidad de pensar la acompaña una tendencia generalizadora, en definitiva inclusiva. En ese laberinto que constituye la mente humana, ha habido históricamente y por desgracia lugar para perpetrar atrocidades de todo tipo, contra lo no humano y contra los propios humanos, pero por supuesto de todo ello no es aceptable asumir que siga ocurriendo porque siempre ha sido así, sin más. La diferencia entre lo correcto de justificar lo bueno mediante el argumento histórico y lo incorrecto de justificar por el mismo argumento lo malo yace en que el argumento histórico, desde nuestro parecer por lo menos, tiene sentido cuando es de naturaleza inclusiva: de ahí que fijarse en el desarrollo tecnológico para intentar prescindir de la capacidad humana de pensar es malo e injustificable históricamente porque deriva en resultados excluyentes para la propia humanidad, mientras que el desarrollo tecnológico concebido paralelamente con desarrollar y liberar mejores capacidades mentales humanas es bueno y justificable históricamente porque deriva en resultados inclusivos, en particular en una tendencia a la inclusividad cultural que ha permitido que a día de hoy estemos comunicándonos en un entorno como la blogosfera.
La diversidad cultural que la humanidad en su largo transcurrir por la existencia ha acabado creando tiene en el entorno de los blogs una magnífica plataforma desde la que como nunca antes manifestarse en igualdad de condiciones por parte de las diferentes culturas. Tal vez a raíz de esto acabes por apreciar un encuentro cada vez más inclusivo, en un sentido respetuoso, entre diferentes maneras de pensar y que de todo ello derive, con un poco de esperanza y buena voluntad, un mundo en el que los humanos vayan abandonando sus más malvados, excluyentes y salvajes comportamientos.
Somos conscientes de que de por sí el puro argumento histórico no justifica lo que sea: por la misma razón que respecto a algo bueno podemos querer justificar su permanencia porque siempre ha sido así, también podríamos caer en el conformismo de que respecto a lo malo no hay remedio porque también ha sido siempre así. No es por descontado ésa nuestra intención y por ende incidimos tanto en que a la validez de que a lo largo de su historia la humanidad ha estado caracterizada por más desarrollo tecnológico y más capacidad de pensar la acompaña una tendencia generalizadora, en definitiva inclusiva. En ese laberinto que constituye la mente humana, ha habido históricamente y por desgracia lugar para perpetrar atrocidades de todo tipo, contra lo no humano y contra los propios humanos, pero por supuesto de todo ello no es aceptable asumir que siga ocurriendo porque siempre ha sido así, sin más. La diferencia entre lo correcto de justificar lo bueno mediante el argumento histórico y lo incorrecto de justificar por el mismo argumento lo malo yace en que el argumento histórico, desde nuestro parecer por lo menos, tiene sentido cuando es de naturaleza inclusiva: de ahí que fijarse en el desarrollo tecnológico para intentar prescindir de la capacidad humana de pensar es malo e injustificable históricamente porque deriva en resultados excluyentes para la propia humanidad, mientras que el desarrollo tecnológico concebido paralelamente con desarrollar y liberar mejores capacidades mentales humanas es bueno y justificable históricamente porque deriva en resultados inclusivos, en particular en una tendencia a la inclusividad cultural que ha permitido que a día de hoy estemos comunicándonos en un entorno como la blogosfera.
La diversidad cultural que la humanidad en su largo transcurrir por la existencia ha acabado creando tiene en el entorno de los blogs una magnífica plataforma desde la que como nunca antes manifestarse en igualdad de condiciones por parte de las diferentes culturas. Tal vez a raíz de esto acabes por apreciar un encuentro cada vez más inclusivo, en un sentido respetuoso, entre diferentes maneras de pensar y que de todo ello derive, con un poco de esperanza y buena voluntad, un mundo en el que los humanos vayan abandonando sus más malvados, excluyentes y salvajes comportamientos.
El quid del ser humano
Que la tecnología está para hacer más cómodas las cosas es una verdad casi tan absoluta que es aplicable incluso a la, aunque muy rudimentaria, tecnología que desarrollen los animales, puede que incluso liberando éstos también, a su manera, ciertas capacidades mentales según lo hacen. Lo que cabe no dejar de lado es en efecto, en especial en tanto que humanos, la inherente unión entre facilitar las cosas por vía tecnológica y la eclosión de nuevas y mejores funcionalidades racionales.
La ciencia y en general el raciocinio corren el gran peligro de desvirtuarse y de corromperse a sí mismos cuando incidiendo, como de hecho deben incidir, en el objetivo de que la propia humanidad vaya a una situación mejor en el sentido de más cómoda, dejan de concebir cualquier otra cuestión más allá de esto y hasta tal punto obsesivo que se asocia la tan pretendida comodidad con la finalidad última del total ahorro de tener que pensar, ahorro para el cual los conceptos de mecanización y automatización encajan muy bien. Llegados a, o en camino de, tal extremo nos estaríamos olvidando, no obstante, de que ningún sentido tiene pretender que la mente humana alcance un estado de tal nivel de despreocupación que no conduce sino a prácticamente la inactividad, pues la dinámica histórica desde el mismo inicio de los tiempos de la humanidad, y por algo será si durante tanto ha sido así, demuestra que a medida que hemos desarrollado tecnología, no hemos ido dejando de pensar, sino que hemos ido cada vez pensando más, a lo que hay que sumar que cada vez el constantemente evolutivo raciocinio humano ha tenido tendencia a generalizarse más, y a compartirse también más, entre la propia humanidad: ¿qué sentido tiene, si no, la propia tecnología del ciberespacio y de la blogosfera? La tecnología facilita las cosas y a medida que lo hace será normal que, por el hecho de que a lo largo de la historia así ha sido, los humanos continúen teniendo tendencia a seguir cultivando y compartiendo su raciocinio y no a dormirlo y mucho menos a dormirlo permanentemente, pues estarían entonces yendo en contra de lo que ha demostrado constituir el quid del ser humano durante toda su existencia.
Aspirar a que como humano la tecnología te permita la eterna despreocupación por todo es por completo antinatural y resultaría una esperpéntica ironía que, cuando a medida que la tecnología se ha desarrollado los humanos hemos ido pensando más, dejásemos de pensar por completo precisamente en la época en que el desarrollo tecnológico es tan asombroso. Razón y tecnología, teoría y práctica, son dos caras de la misma moneda que así se han mantenido en un transcurso para nada corto, ni por tanto que constituya una excepción a nuestra condición humana, sino así pues al contrario, el desarrollo de ambas al unísono, su generalización y su objetivo básico del mayor bien compartido posible es lo que hace que la humanidad sea lo que es y que continúe siéndolo.
La ciencia y en general el raciocinio corren el gran peligro de desvirtuarse y de corromperse a sí mismos cuando incidiendo, como de hecho deben incidir, en el objetivo de que la propia humanidad vaya a una situación mejor en el sentido de más cómoda, dejan de concebir cualquier otra cuestión más allá de esto y hasta tal punto obsesivo que se asocia la tan pretendida comodidad con la finalidad última del total ahorro de tener que pensar, ahorro para el cual los conceptos de mecanización y automatización encajan muy bien. Llegados a, o en camino de, tal extremo nos estaríamos olvidando, no obstante, de que ningún sentido tiene pretender que la mente humana alcance un estado de tal nivel de despreocupación que no conduce sino a prácticamente la inactividad, pues la dinámica histórica desde el mismo inicio de los tiempos de la humanidad, y por algo será si durante tanto ha sido así, demuestra que a medida que hemos desarrollado tecnología, no hemos ido dejando de pensar, sino que hemos ido cada vez pensando más, a lo que hay que sumar que cada vez el constantemente evolutivo raciocinio humano ha tenido tendencia a generalizarse más, y a compartirse también más, entre la propia humanidad: ¿qué sentido tiene, si no, la propia tecnología del ciberespacio y de la blogosfera? La tecnología facilita las cosas y a medida que lo hace será normal que, por el hecho de que a lo largo de la historia así ha sido, los humanos continúen teniendo tendencia a seguir cultivando y compartiendo su raciocinio y no a dormirlo y mucho menos a dormirlo permanentemente, pues estarían entonces yendo en contra de lo que ha demostrado constituir el quid del ser humano durante toda su existencia.
Aspirar a que como humano la tecnología te permita la eterna despreocupación por todo es por completo antinatural y resultaría una esperpéntica ironía que, cuando a medida que la tecnología se ha desarrollado los humanos hemos ido pensando más, dejásemos de pensar por completo precisamente en la época en que el desarrollo tecnológico es tan asombroso. Razón y tecnología, teoría y práctica, son dos caras de la misma moneda que así se han mantenido en un transcurso para nada corto, ni por tanto que constituya una excepción a nuestra condición humana, sino así pues al contrario, el desarrollo de ambas al unísono, su generalización y su objetivo básico del mayor bien compartido posible es lo que hace que la humanidad sea lo que es y que continúe siéndolo.
Liberación
Desde lo último que debiera, según la ciencia seria, concebirse el avance tecnológico en general y la robótica en particular es desde la amenaza y el miedo. El cambio de tareas humanas por tareas mecanizadas no cabe sino englobarse en un proceso que en verdad lo lleva desarrollando el propio ser humano desde que precisamente puede considerarse que empieza a caracterizarse como humano.
Atribuir estrictamente la suplantación de acciones llevadas a cabo directamente por humanos a las recientes creaciones más o menos del último siglo o medio siglo en tecnología, más en concreto a todo lo relacionado con la informática y la robótica, es una falacia tan enorme que, de ser cierta, implicaría que hasta no hace mucho más de unas pocas décadas los humanos lo hacíamos todo por puro procedimiento manual, lo que a su vez implicaría que hasta entonces hubiésemos permanecido en prácticamente estado salvaje, sin evolucionar mucho más de lo que éramos en nuestras etapas primarias prehistóricas, y que milagrosamente desde hace justo esas pocas décadas, casi en un abrir y cerrar de ojos, los humanos hubiésemos dado el salto a la civilización hipertecnológica. Sin embargo, dando forma de herramienta a elementos inertes de su entorno, el ser humano ya incluso desde sus orígenes extiende sus capacidades y suplanta lo que le resulte conveniente; el mismo acto, que tan fácil nos resulta imaginar a cualquiera, del humano prehistórico haciendo fuego con una pocas piezas de madera es ya tecnología, una relación interactiva unidireccional entre humano y elementos naturales modificados: no es de extrañar que esto lo consideremos un punto de inflexión en nuestra historia y que de hecho sirva para marcar por lo menos en buena parte el mismo inicio de la historia. Al tiempo que y, a lo menos en cierta medida, mediante ese mismo proceso tecnológico, tan largo en nuestro transcurrir por la existencia, el ser humano ha podido ir liberando otras capacidades mentales para hacer de sí mismo un ser más racional, abandonando así, lenta pero decididamente, su estado salvaje inicial.
Concebir la trayectoria evolutiva humana en tanto que una liberación progresiva de las mejores cualidades intelectuales de las que somos y podemos aún llegar a ser capaces de desarrollar con la ayuda de la tecnología, siempre te resultará mejor en todos los aspectos en comparación a concebirla bajo postulados, o incluso más bien dogmas, de corte sustitutivista que a nada positivo llevan. Al recibirla e impulsarla, esa liberación debes aplicarla al máximo para dar lo mejor de ti, aprovechando de la blogosfera su posición de tecnología característica de nuestra época.
Atribuir estrictamente la suplantación de acciones llevadas a cabo directamente por humanos a las recientes creaciones más o menos del último siglo o medio siglo en tecnología, más en concreto a todo lo relacionado con la informática y la robótica, es una falacia tan enorme que, de ser cierta, implicaría que hasta no hace mucho más de unas pocas décadas los humanos lo hacíamos todo por puro procedimiento manual, lo que a su vez implicaría que hasta entonces hubiésemos permanecido en prácticamente estado salvaje, sin evolucionar mucho más de lo que éramos en nuestras etapas primarias prehistóricas, y que milagrosamente desde hace justo esas pocas décadas, casi en un abrir y cerrar de ojos, los humanos hubiésemos dado el salto a la civilización hipertecnológica. Sin embargo, dando forma de herramienta a elementos inertes de su entorno, el ser humano ya incluso desde sus orígenes extiende sus capacidades y suplanta lo que le resulte conveniente; el mismo acto, que tan fácil nos resulta imaginar a cualquiera, del humano prehistórico haciendo fuego con una pocas piezas de madera es ya tecnología, una relación interactiva unidireccional entre humano y elementos naturales modificados: no es de extrañar que esto lo consideremos un punto de inflexión en nuestra historia y que de hecho sirva para marcar por lo menos en buena parte el mismo inicio de la historia. Al tiempo que y, a lo menos en cierta medida, mediante ese mismo proceso tecnológico, tan largo en nuestro transcurrir por la existencia, el ser humano ha podido ir liberando otras capacidades mentales para hacer de sí mismo un ser más racional, abandonando así, lenta pero decididamente, su estado salvaje inicial.
Concebir la trayectoria evolutiva humana en tanto que una liberación progresiva de las mejores cualidades intelectuales de las que somos y podemos aún llegar a ser capaces de desarrollar con la ayuda de la tecnología, siempre te resultará mejor en todos los aspectos en comparación a concebirla bajo postulados, o incluso más bien dogmas, de corte sustitutivista que a nada positivo llevan. Al recibirla e impulsarla, esa liberación debes aplicarla al máximo para dar lo mejor de ti, aprovechando de la blogosfera su posición de tecnología característica de nuestra época.
Cuando los robots tomen conciencia
En base a la propia ciencia a la que pretende acogerse, el sustitutivismo robótico no conduce sino, mediante su versión elitista o selectiva, a la hipocresía y, mediante su versión absoluta, a lo absurdo. Y para acabar de redondear su incongruencia general, tanto en una vertiente como en otra, a menudo el sustitutivismo robótico añade el componente de la, más o menos considerada inevitable, toma de conciencia de los robots.
Puede que más por una pura obsesión que otra cosa respecto al sustitutivismo robótico, y en este sentido llegando hasta los extremos de incongruencia que hagan falta para intentar validar tal supuesta ideología, encontremos quien procure defender que la sustitución robótica no va siquiera a ser una cuestión que dependa de los propios humanos porque, y paradójicamente de nuevo, con un cierto aporte quizá de la propia humanidad, cuando los robots tomen conciencia de sí mismos nada habrá que hacer ya para el ser humano. De entrada, puestos a concebir posibles tomas de conciencia de sí mismos en tanto que seres racionales superiores por parte de no humanos, por sentido común sería antes más fácil que tomasen conciencia seres ya de por sí vivos que seres que al fin y al cabo no dejan de ser piezas inertes que los humanos combinamos de la manera que nos interesa. Puestos además a adentrarnos, como de hecho hacemos por lo menos en buena medida al abordar toda esta temática, en el ámbito más bien de la ciencia ficción y aprovechando para recurrir a la cultura pop, en especial a la cinematográfica, bien podríamos afirmar que sería más fácil que, en cierto modo a lo menos por pura evolución de las especies, tomasen antes conciencia de seres racionales superiores unos simios que acabasen incluso por relevar a los humanos como seres dominantes en la Tierra, que en cambio lo hiciesen implacables androides exterminadores que tal vez, ya puestos también, hasta viajen por el tiempo.
Sean seres vivos o robots, dándose el caso en cualquiera de las circunstancias de que en efecto nos topásemos con su toma de conciencia en tanto que seres racionales superiores capaces de desarrollar ciencia y arte, si eres humano artista no estarías necesariamente en mayor desventaja que el humano científico, pues en lo algorítmico el humano sería más sustituible de por sí, en especial por parte de robots, que el humano artista, si bien las máquinas pueden abarcar cada vez más lo creativo. En tanto que blóguer humano, y por extensión en tanto que cualquier clase de comunicador humano, debiera resultarle relativamente indiferente que hubiesen otros seres racionales superiores en la blogosfera o en otras vías comunicativas: tú harías tus tareas y funciones y ellos las suyas.
Puede que más por una pura obsesión que otra cosa respecto al sustitutivismo robótico, y en este sentido llegando hasta los extremos de incongruencia que hagan falta para intentar validar tal supuesta ideología, encontremos quien procure defender que la sustitución robótica no va siquiera a ser una cuestión que dependa de los propios humanos porque, y paradójicamente de nuevo, con un cierto aporte quizá de la propia humanidad, cuando los robots tomen conciencia de sí mismos nada habrá que hacer ya para el ser humano. De entrada, puestos a concebir posibles tomas de conciencia de sí mismos en tanto que seres racionales superiores por parte de no humanos, por sentido común sería antes más fácil que tomasen conciencia seres ya de por sí vivos que seres que al fin y al cabo no dejan de ser piezas inertes que los humanos combinamos de la manera que nos interesa. Puestos además a adentrarnos, como de hecho hacemos por lo menos en buena medida al abordar toda esta temática, en el ámbito más bien de la ciencia ficción y aprovechando para recurrir a la cultura pop, en especial a la cinematográfica, bien podríamos afirmar que sería más fácil que, en cierto modo a lo menos por pura evolución de las especies, tomasen antes conciencia de seres racionales superiores unos simios que acabasen incluso por relevar a los humanos como seres dominantes en la Tierra, que en cambio lo hiciesen implacables androides exterminadores que tal vez, ya puestos también, hasta viajen por el tiempo.
Sean seres vivos o robots, dándose el caso en cualquiera de las circunstancias de que en efecto nos topásemos con su toma de conciencia en tanto que seres racionales superiores capaces de desarrollar ciencia y arte, si eres humano artista no estarías necesariamente en mayor desventaja que el humano científico, pues en lo algorítmico el humano sería más sustituible de por sí, en especial por parte de robots, que el humano artista, si bien las máquinas pueden abarcar cada vez más lo creativo. En tanto que blóguer humano, y por extensión en tanto que cualquier clase de comunicador humano, debiera resultarle relativamente indiferente que hubiesen otros seres racionales superiores en la blogosfera o en otras vías comunicativas: tú harías tus tareas y funciones y ellos las suyas.
Lo absurdo de un mundo en piloto automático
Aun con su gran nivel de incongruencia y, todavía más, de hipocresía, el sustitutivismo robótico de corte elitista, o de tipo selectivo, constituye lo que podría denominarse el intento más suave del sustitutivismo robótico en general por justificarse, intentando en cualquier caso vender la idea de que, dentro de lo que cabe, un cierto hueco para los humanos, aunque sean unos pocos, seguirá habiendo en el mundo totalmente automatizado. De hecho por su pretendido carácter suave sea quizá que por defecto se entiende la idea de sustitutivismo robótico en tanto que tal tipo específico.
¿Qué ocurriría si se fuese más allá e incluso los promulgadores del sustitutivismo robótico asumiesen que van incluidos en el lote, tal y como debieran aceptar por una mínima dignidad dentro de su incongruencia y hasta hipocresía? Ante un sustitutivismo robótico tal, dando por descontado que su imparable fin es el de acabar abarcándolo todo, o sea lo científico y lo artístico, y en este caso sí incluyendo los propios científicos, estaríamos ante un sustitutivismo de tipo absoluto; pero ¿qué sentido tendría eso? Estaríamos ante lo absurdo de un mundo en piloto automático en el que, por tanto, las máquinas irían desarrollando del todo por su cuenta tanto ciencia como arte y a los humanos no les quedaría otra que, suponemos y en el mejor de los casos, dedicarse a la pura vida contemplativa, sin pensar en absoluto. Si la incongruencia ya es patente en el sustitutivismo robótico selectivo, en el absoluto no es menos: ¿ése resulta que es después de todo el capítulo final y culminante de lo científico, lo artístico y en definitiva de todo el raciocinio humano? Sencillamente no puede ser. No puede ser que todo el larguísimo trayecto de los humanos para hacernos humanos, o sea, seres cultos, de pensamiento complejo, de sentido crítico y de sensibilidad artística acabe paradójicamente en un acto de autodesmantelar todo esto para quedarnos en un perpetuo estado de mente en blanco, mientras los robots van procesando ciencia y arte pero ¿para quién y para qué entonces, si tal situación conlleva que la humanidad deja de pensar? La ciencia, y menos en la época en que supuestamente estamos en un momento cumbre de la misma, no puede acabar provocando lo que sería su propia autodestrucción y por ende la de toda, o casi toda, la mentalidad civilizada.
El mundo y toda la dinámica histórica no son unos aparatos como los que aun siendo complejos, e incluso precisamente por serlo, puedes dejar en modo piloto automático: va en contra, en el caso específico de la humanidad, del pensamiento laberíntico, para el que tanto cabe que tengas una mentalidad despierta y cultivada, y no en blanco y puramente contemplativa como provocaría una absoluta despreocupación por todo ante la supuesta autogestión eternamente robotizada. En tanto que blóguer, de nada te serviría una constante mente en blanco cuando lo que cabe es precisamente evitar situaciones como las que del síndrome del post o del blog en blanco surgen.
¿Qué ocurriría si se fuese más allá e incluso los promulgadores del sustitutivismo robótico asumiesen que van incluidos en el lote, tal y como debieran aceptar por una mínima dignidad dentro de su incongruencia y hasta hipocresía? Ante un sustitutivismo robótico tal, dando por descontado que su imparable fin es el de acabar abarcándolo todo, o sea lo científico y lo artístico, y en este caso sí incluyendo los propios científicos, estaríamos ante un sustitutivismo de tipo absoluto; pero ¿qué sentido tendría eso? Estaríamos ante lo absurdo de un mundo en piloto automático en el que, por tanto, las máquinas irían desarrollando del todo por su cuenta tanto ciencia como arte y a los humanos no les quedaría otra que, suponemos y en el mejor de los casos, dedicarse a la pura vida contemplativa, sin pensar en absoluto. Si la incongruencia ya es patente en el sustitutivismo robótico selectivo, en el absoluto no es menos: ¿ése resulta que es después de todo el capítulo final y culminante de lo científico, lo artístico y en definitiva de todo el raciocinio humano? Sencillamente no puede ser. No puede ser que todo el larguísimo trayecto de los humanos para hacernos humanos, o sea, seres cultos, de pensamiento complejo, de sentido crítico y de sensibilidad artística acabe paradójicamente en un acto de autodesmantelar todo esto para quedarnos en un perpetuo estado de mente en blanco, mientras los robots van procesando ciencia y arte pero ¿para quién y para qué entonces, si tal situación conlleva que la humanidad deja de pensar? La ciencia, y menos en la época en que supuestamente estamos en un momento cumbre de la misma, no puede acabar provocando lo que sería su propia autodestrucción y por ende la de toda, o casi toda, la mentalidad civilizada.
El mundo y toda la dinámica histórica no son unos aparatos como los que aun siendo complejos, e incluso precisamente por serlo, puedes dejar en modo piloto automático: va en contra, en el caso específico de la humanidad, del pensamiento laberíntico, para el que tanto cabe que tengas una mentalidad despierta y cultivada, y no en blanco y puramente contemplativa como provocaría una absoluta despreocupación por todo ante la supuesta autogestión eternamente robotizada. En tanto que blóguer, de nada te serviría una constante mente en blanco cuando lo que cabe es precisamente evitar situaciones como las que del síndrome del post o del blog en blanco surgen.
Grandes leyes científicas
Incluso en sus posturas en principio más suaves, el sustitutivismo robótico no lleva sino a lo más incongruente en lo que la humanidad pudiera caer. Llegar a la conclusión de que la sustitución va a ser inevitable e implacable para mucha gente y que la excepción sólo la constituirán una especie de grupo reducido de personas, casi a modo de elegidos desde la perspectiva más mística, conlleva una notable carga de hipocresía y desde luego no es justificable desde postura científica alguna.
Al sustitutivismo, en particular el sustitutivismo robótico, no se le puede tomar en serio, ni en el ámbito blóguer ni en cualquier otro, porque una ideología que quiera ser enmarcada en la coherencia no emana de lo pretencioso y sería, en efecto, muy pretencioso pronosticar algo que puede, o que va a, afectar muy negativa e irremediablemente a prácticamente cualquiera menos en modo alguno y precisamente a quien lo está pronosticando, máxime si quien pronostica se está haciendo eco supuestamente de lo científico, pues las grandes leyes científicas que se establecen se caracterizan por serlo en tanto que los propios científicos están sujetos a ellas. Hacer gran difusión de lo que a prácticamente todo el mundo va a afectar negativamente sin que al propio difusor le perjudique lo más mínimo no es propio de científicos sino, en general, de hipócritas y, en particular, de patéticos iluminados místicos; en ambos casos indistintamente del estrato social que ocupen. Si la ciencia adoptase por completo una postura como la del sustitutivismo, y en concreto la vertiente robótica de éste, los propios científicos si se considerasen al margen de los terribles efectos de tal postura, estarían desvirtuando la misma ciencia al, hipócrita y paradójicamente, no considerarse sujetos a ella.
Poco sentido tendría que, produciéndose una cierta élite más o menos científica y única al margen de los efectos de la sustitución robótica, los robots hubiesen sustituido todo lo demás cuando antes debieran, por ser su origen y estar en el marco de lo algorítmico, sustituirlo todo dentro de la propia ciencia, incluidos los mismos científicos, por la coherencia que justo, y en este caso también paradójicamente, en la base de la ciencia seria debiera haber. Podrías entonces observar que al existir tal élite significaría que lamentablemente la hipocresía habría contaminado la ciencia e incluso casi, si no toda, la razón.
Al sustitutivismo, en particular el sustitutivismo robótico, no se le puede tomar en serio, ni en el ámbito blóguer ni en cualquier otro, porque una ideología que quiera ser enmarcada en la coherencia no emana de lo pretencioso y sería, en efecto, muy pretencioso pronosticar algo que puede, o que va a, afectar muy negativa e irremediablemente a prácticamente cualquiera menos en modo alguno y precisamente a quien lo está pronosticando, máxime si quien pronostica se está haciendo eco supuestamente de lo científico, pues las grandes leyes científicas que se establecen se caracterizan por serlo en tanto que los propios científicos están sujetos a ellas. Hacer gran difusión de lo que a prácticamente todo el mundo va a afectar negativamente sin que al propio difusor le perjudique lo más mínimo no es propio de científicos sino, en general, de hipócritas y, en particular, de patéticos iluminados místicos; en ambos casos indistintamente del estrato social que ocupen. Si la ciencia adoptase por completo una postura como la del sustitutivismo, y en concreto la vertiente robótica de éste, los propios científicos si se considerasen al margen de los terribles efectos de tal postura, estarían desvirtuando la misma ciencia al, hipócrita y paradójicamente, no considerarse sujetos a ella.
Poco sentido tendría que, produciéndose una cierta élite más o menos científica y única al margen de los efectos de la sustitución robótica, los robots hubiesen sustituido todo lo demás cuando antes debieran, por ser su origen y estar en el marco de lo algorítmico, sustituirlo todo dentro de la propia ciencia, incluidos los mismos científicos, por la coherencia que justo, y en este caso también paradójicamente, en la base de la ciencia seria debiera haber. Podrías entonces observar que al existir tal élite significaría que lamentablemente la hipocresía habría contaminado la ciencia e incluso casi, si no toda, la razón.
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