Aun con su gran nivel de incongruencia y, todavía más, de hipocresía, el sustitutivismo robótico de corte elitista, o de tipo selectivo, constituye lo que podría denominarse el intento más suave del sustitutivismo robótico en general por justificarse, intentando en cualquier caso vender la idea de que, dentro de lo que cabe, un cierto hueco para los humanos, aunque sean unos pocos, seguirá habiendo en el mundo totalmente automatizado. De hecho por su pretendido carácter suave sea quizá que por defecto se entiende la idea de sustitutivismo robótico en tanto que tal tipo específico.
¿Qué ocurriría si se fuese más allá e incluso los promulgadores del sustitutivismo robótico asumiesen que van incluidos en el lote, tal y como debieran aceptar por una mínima dignidad dentro de su incongruencia y hasta hipocresía? Ante un sustitutivismo robótico tal, dando por descontado que su imparable fin es el de acabar abarcándolo todo, o sea lo científico y lo artístico, y en este caso sí incluyendo los propios científicos, estaríamos ante un sustitutivismo de tipo absoluto; pero ¿qué sentido tendría eso? Estaríamos ante lo absurdo de un mundo en piloto automático en el que, por tanto, las máquinas irían desarrollando del todo por su cuenta tanto ciencia como arte y a los humanos no les quedaría otra que, suponemos y en el mejor de los casos, dedicarse a la pura vida contemplativa, sin pensar en absoluto. Si la incongruencia ya es patente en el sustitutivismo robótico selectivo, en el absoluto no es menos: ¿ése resulta que es después de todo el capítulo final y culminante de lo científico, lo artístico y en definitiva de todo el raciocinio humano? Sencillamente no puede ser. No puede ser que todo el larguísimo trayecto de los humanos para hacernos humanos, o sea, seres cultos, de pensamiento complejo, de sentido crítico y de sensibilidad artística acabe paradójicamente en un acto de autodesmantelar todo esto para quedarnos en un perpetuo estado de mente en blanco, mientras los robots van procesando ciencia y arte pero ¿para quién y para qué entonces, si tal situación conlleva que la humanidad deja de pensar? La ciencia, y menos en la época en que supuestamente estamos en un momento cumbre de la misma, no puede acabar provocando lo que sería su propia autodestrucción y por ende la de toda, o casi toda, la mentalidad civilizada.
El mundo y toda la dinámica histórica no son unos aparatos como los que aun siendo complejos, e incluso precisamente por serlo, puedes dejar en modo piloto automático: va en contra, en el caso específico de la humanidad, del pensamiento laberíntico, para el que tanto cabe que tengas una mentalidad despierta y cultivada, y no en blanco y puramente contemplativa como provocaría una absoluta despreocupación por todo ante la supuesta autogestión eternamente robotizada. En tanto que blóguer, de nada te serviría una constante mente en blanco cuando lo que cabe es precisamente evitar situaciones como las que del síndrome del post o del blog en blanco surgen.
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