En primeras, segundas y demás generaciones

Poco jugo se le sacaría a Internet en general y a la blogosfera en particular al ponerles límites para no desarrollarse más allá de la genuina generación que nació con ellas y del ámbito cultural y geográfico en el que eclosionaron. Un ciberespacio y unos blogs restringidos a no evolucionar desde la manera en que ya se les conoce y a no ampliarse fuera de los países occidentales harían que el mundo quedase estancado desaprovechando una gran oportunidad de mejorar a nivel de toda la humanidad.

El nuevo tipo de comunidades, las virtuales, que las aún a menudo denominadas nuevas tecnologías facilitan, son una innovadora y, en potencia, magnífica vía de comunicación que, trascendiendo fronteras físicas como nunca antes, permite poner en contacto individuos y grupos desde diferentes y remotos puntos del planeta, lo cual hace que el conocimiento mutuo, altamente bidireccional, inmediato y permanente sea de tal grado que, gestionándolo desde el respeto, la tolerancia, el intercambio y la inclusividad culturales, estaremos ante una oportunidad prácticamente nunca antes presentada para que los enraizados conflictos culturales den paso a una mayor concienciación de lo que, dentro de la diversidad cultural, nos hace a todos en definitiva parecidos en tanto que humanos. Que lo telemático, o tan sólo la blogosfera u otro ámbito característico de Internet, quedase coartado a no ampliar su uso al máximo número de lugares en el planeta, o siquiera fuera de las áreas de cultura occidental, implicaría un freno de la humanidad a su propia capacidad de mejora paralela al desarrollo tecnológico y, por ende, conllevaría un hecho casi, si no del todo, antinatural que no haría sino contribuir a perpetuar las realidades conflictivas multitradicionales prácticamente o del todo consolidadas antes de que la telemática fuese de uso generalizado.

Resulta una auténtica virtud de la blogosfera y de toda Internet que no se las considere patrimonio inherente de una zona cultural determinada ni de una generación en concreto, por mucho que, como todo, hayan tenido que tener sus determinados lugar y momento de origen. Tu derecho al pleno y satisfactorio sentimiento al tener presencia en la blogosfera, y en todo el ciberespacio, es tan legítimo como el que sientan otros quienes en primeras, segundas y demás generaciones se vayan adhiriendo.

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