La acertada costumbre de autorreleerse

En el ámbito de los blogs, y por extensión en prácticamente cualquier ámbito comunicativo dirigido a públicos, la generación de precisamente un público se consigue a base de procurar mantener en todo momento la mayor meticulosidad factible, también, e incluso más, por mucha informalidad que se quiera transmitir. Tal grado de meticulosidad implica, en particular, adoptar la acertada costumbre de autorreleerse en tanto que, además de recomendable tras la publicación, indispensable en la prepublicación.

Al igual que con lo referente a texto, extrapolando la lectura de modo que abarque no sólo leer lo alfanumérico sino todo mensaje en la vertiente comunicativa que sea, estamos en condición de para cualquier formato mediático que abordemos, en particular teniendo en cuenta las capacidades multimedia de la blogosfera y antes de proceder a la publicación, tener en especial consideración la relectura de lo que uno mismo elabore. Es de este modo que conseguiremos una exospección intensa, asegurando que el texto, siguiendo en la perspectiva de más allá de lo alfanumérico, haya tenido las revisiones suficientes como para asegurar que de cuantas capas haya precisado salga la mejor de las versiones factibles dentro de un razonable tiempo de elaboración y, finalmente, publicación. Sin autorreleernos, incluso por más veteranía que tengamos al respecto de lo que realicemos, correremos con toda seguridad un importante riesgo de que la debida meticulosidad se resienta, máxime cuando se trate de elaborar contenidos que, como en los blogs dinámicos, precisan para su concepción, preparación y publicación un ritmo constante y, si no siempre, casi siempre o a lo menos en bastantes casos, diario.

Tanto en el manejo de contenidos propios como ajenos, el gran acceso a la información y la enorme facilidad de difusión que lo telemático en general y la blogosfera en particular proporcionan garantizan con sencillez y presteza cumplir prácticamente todo criterio que te marques de aportación de contenidos en su vertiente cuantitativa. Que además de la cantidad de lo que aportes, seas capaz de pulir cualitativamente aquello que difundas para que esté bien sintetizado, en el amplio sentido de bien elaborado, y por tanto con más meticulosidad que todo grado de imprecisión que pueda albergar, implicará que además de compilar la cantidad de material que sea, procures releerlo tantas veces como sea necesario antes de la publicación para obtener, en el tiempo requerido, la mejor versión a difundir.

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