A menudo parece que la virtualidad se identifica en exclusiva con la holografía, pero lo virtual por su condición digital y multimedia es en definitiva todo lo que, estén interconectados o no, reproducen los dispositivos informáticos. La virtualidad va entonces más allá de la pura realidad virtual y demás realidades inmersivas, de modo que aglutina en esencia todo lo que, dentro de lo sensorial digital, es intangible.
En lo audiovisual de tipo no escenificado presencialmente, o sea lo transmitido fundamentalmente por cine o televisión, y en lo estrictamente sonoro, sean o no digitales, la intangibilidad es de todos modos una característica, por lo que la virtualidad entendida en un sentido amplio pudiera quizá contemplar también estas dos vertientes comunicativas aun en sus formas de transmisión analógicas. No obstante, por convención y por mejor claridad clasificatoria, merece ser abordada la virtualidad dentro de los márgenes de lo digital, por lo que respecto a los clásicos medios audiovisuales de masas podríamos más bien referirnos en todo caso a una previrtualidad. Así pues, la previrtualidad constituiría a nivel genérico la cúspide de la era analógica y, a su vez, la antesala de la era digital. No habría que confundirla con lo que podríamos denominar previrtualización y que respondería a la eventual preparación de un determinado material analógico, haya o no pasado antes por una etapa digital, para su efectiva virtualización o revirtualización, o sea, digitalización o redigitalización según el caso y, por tanto, su volcado o retorno, también según el caso, a algún formato multimedia.
De la previrtualidad en comparación a la previrtualización puedes concluir que la primera es, además de una característica de ciertas vertientes comunicativas, una etapa histórica de la comunicación, mientras que la segunda es un procedimiento que en todo momento puede o no requerirse dependiendo de lo que se pretenda. En su condición de etapa histórica, la previrtualidad llega a su cúspide en torno a la eclosión de la genuina primera generación plenamente blóguer.
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