Capaces de convivir mejor

Además de ser propiamente una necesidad que ha guiado al ser humano sobre todo en momentos de escasez o bien para precisamente prevenir tal escasez, ha sido para la humanidad una tendencia natural el trascender las limitaciones territoriales, tendencia que sería atribuible en parte por lo menos a la curiosidad que, ya siendo salvaje, el ser humano empezó a cultivar. Parece de hecho derivar esto de las entre sí paralelas mejora tecnológica y liberación de mejores capacidades mentales.

En términos de omnimultimodalidad cultural, estamos en una época fantástica porque a nivel planetario y en especial mediante las plataformas blogueras y demás recursos telemáticos las culturas de todos los lugares pueden estar más en contacto entre sí que nunca antes en la historia. Algo parece sin embargo no acabar de cuadrar para que lejos de estar en un mundo, si no del todo pacífico, por lo menos de cierta y claramente predominante armonía, existan aún muchos, demasiados, conflictos y muy crueles entre los propios humanos. Puesto que el argumento histórico no es, bajo nuestra perspectiva, asumible en tanto que justificación para fenómenos basados en lo excluyente, lo violento y lo macabro, no vale encontrar la explicación en que sencillamente esto siempre ha sido así y, en este sentido, una alternativa mínimamente válida sería enfocarlo desde la perspectiva demográfica: el ser humano está más presente que nunca antes a lo largo y ancho de todo el planeta y la población parece que seguirá creciendo, somos en definitiva cada vez más y al ser más existe mayor probabilidad de conflictos entre humanos que cuando éramos una especie poco o relativamente poco extendida; pero quedarnos en este punto nos parece de todos modos insuficiente pues nos estamos fijando en un aspecto puramente cuantitativo al que, desde según qué interpretaciones, puede acompañar la convicción de que tal naturaleza de interacciones negativas entre humanos no tiene remedio, volviendo en cierto modo a la vertiente falsa del argumento del siempre ha sido así.

Lo que, desde una perspectiva cualitativa, explicaría lo que en nuestros días ocurre en cuanto a todo esto es que, si bien el mundo está en una situación única y potencialmente muy buena de omnimultimodalidad social y cultural, ésta aún es en gran parte de tipología excluyente. Así pues, cuando vaya derivando, como por naturaleza nos parece que debiera hacer, hacia una auténtica omnimultimodalidad inclusiva, todos los humanos debiéramos ser cada vez más capaces de convivir mejor seamos cuantos seamos en el mundo.

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