Por no tener que el significante cambiar tanto como el significado pueden, de hecho, existir las gramáticas y la cohesión social que de ellas en buena medida se deriva. La estabilidad formal en cuanto a los códigos comunicacionales empleados evitan que la gente, y las máquinas, no experimenten una constante desorientación en cuanto a cómo vehicular la expresión de lo que vaya a comunicarse.
Los códigos, tales como en particular el audiovisual o el graficoplástico, cuyos elementos que podemos compilar bajo la noción de gramáticas no dejan de emanar, en gran medida por lo menos, de la propia naturaleza, salvo determinadas propuestas vanguardistas y similares, resultan de por sí muy estables porque responden a lo que captamos por los propios sentidos, o sensores en caso de máquinas: no van a cambiar por una eventual voluntad de una autoría, a excepción de lo que en su justa medida concierna al estilo particular de cada cual. En el código alfanumérico, eminentemente de gramática formada por convención y muy particularmente por tradición, sí nos resulta obvio apreciar a causa de estas mismas características la constante posibilidad de variación a voluntad.
Variar lo alfanumérico introduciendo conceptos con los que enriquecer el lenguaje es un buen motivo para justo aprovechar la condición convencional del idioma que sea, si bien tienes que procurar no hacer chocar esto demasiado con precisamente la otra condición, la de tradición, de lo alfanumérico en el marco del idioma sobre el que actúes. Si logras combinar la convencionalidad y la tradición comunicacionales harás más comprensible tu mensaje, sobre todo en lo alfanumérico.
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