El postulado de que el significante no tiene que cambiar tanto como el significado adquiere gran parte de su mayor fuerza en lo que consultar un diccionario supone. Cualquier diccionario responde a un orden según los significantes, no los significados, resultando los primeros los que, antes que acoger otro significante nuevo del todo, preferentemente derivan todo nuevo significado a alguno de tales mismos significantes ya existentes.
Claro está que este fenómeno en cuanto a la preferible derivación de nuevos significados a los significantes existentes no lo realizan así tal cual los propios significantes, ni los diccionarios por sí mismos, pero una personificación tal nos ayuda a concretar un procedimiento que, en verdad, responde en última instancia a las autoridades encargadas justo de confeccionar diccionarios. De hecho, para que se cumpla el principio de que el significante no tiene que cambiar tanto como el significado, debemos considerar idiomas con gramáticas profundamente consolidadas y con autoridades lingüísticas que, en mayor o menor medida institucionalizadas, velen por la integridad del lenguaje.
A partir de la propia informática, han sido varias por lo menos las acepciones nuevas que puedes encontrar que significantes, vocablos, ya existentes han asumido en como mínimo bastantes de los diccionarios de idiomas contemporáneos. Escritorio, ratón, papelera y, por supuesto, red son con total probabilidad algunos de estos vocablos comunes o muy parecidos que en diferentes idiomas actuales han asumido la significación que ha surgido de la informática.
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