Ante la sujeción a la plena elección del usuario consumidor y la desvinculación respecto a los fabricantes, lejos de que los desarrolladores deban temer perder ganancias por desaparecer las ventas aseguradas propias de los sistemas operativos preinstalados, bien debieran prever justo una oportunidad para mayores beneficios. Tales beneficios vendrían a partir de que los sistemas operativos en competencia podrían tanto abaratarse también, como a su vez convivir en un mismo dispositivo.
Todo sistema operativo, al estar por completo en la nube, no tendría una copia en cada dispositivo desde el que se acceda al mismo, sino que lo tendríamos reflejado en pantalla pero estando por completo en el servidor del desarrollador; claro que cada usuario debiera configurar su acceso al sistema operativo mediante identificador y contraseña, al modo, de hecho, de lo que ya es habitual que podamos hacer con una sesión en un sistema operativo de ordenador común o de móvil y similares. Además de que no siendo copias en local, podrían los sistemas operativos ciberespaciales o telemáticos abaratarse en gran medida respecto a precisamente sus versiones locales, podríamos tener desde un mismo dispositivo, por esa misma condición telemática, acceso a diferentes sistemas operativos.
La desvinculación entre fabricantes y desarrolladores no tiene por qué evitar que, si se da el caso y el interés mutuo, cierto fabricante y desarrollador llegasen a acuerdos para ofrecer al usuario consumidor determinada ventaja económica si tal usuario opta por tal o cual combinación de dispositivo y sistema operativo. A raíz de esto, y de que, abaratándose el sistema operativo en sí, llegaría a más público consumidor, no debieran decrecer sino al contrario los beneficios económicos.
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