La amplia difusión del texto de imprenta

Hasta sin haber una institución concreta que se dedique al cuidado del idioma del que se trate, suele ser la expresión escrita y por extensión toda la comunicación alfanumérica, incluida, pues, la expresión oral, una vía comunicacional muy normativizada. De ahí que por el transcurrir de la historia, tal forma comunicativa haya sido, por lo menos en buena medida, configuradora y cohesionadora de las sociedades civilizadas.

En el último estadio de lo que podemos considerar la Edad Moderna, la equiparación de la amplia difusión del texto de imprenta a las del código sonoro y audiovisual invita a identificar un posible adelanto de estos códigos últimos respecto al, entonces aparentemente tendente al desgaste, texto alfanumérico escrito que la imprenta había estado aupando. Internet, en cambio, y aun siendo eminentemente multimedia, tiene su quid en el hipertexto, un paso más allá, por tanto, del texto convencional que hasta aquel momento se fundamentaba en los mismos o similares principios de la imprenta. Esto afianza que la eclosión de la red de redes denote cuando menos un episodio a partir del que cuestionar si la Edad Moderna seguía teniendo sentido.

La difusión del texto, y de cualquier formato multimedia, en Internet supera de largo las ya de por sí amplias capacidades difusoras que con el texto de imprenta, y en general con toda unidad comunicacional por tiradas, había. En este tránsito, es determinante el hecho de que la comunicación pasa decididamente de lo analógico a lo, no sólo digital, sino digital telemático.

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