¿Cómo de abierta se tiene que concebir la base formal a partir de la que, aun siguiendo la normativa comunicacional consensuada que permita conectar con el público, sea comprensible superar tal normativa para la debida innovación? Dependerá de la carga de densidad que conlleve aquello que como innovación pretenda plantearse; y justo en términos de innovación, lo denso es sinónimo de rompedor, mientras que lo contrario deviene, más bien, continuista.
A la hora de en verdad devenir abierto o no, el formalismo abierto se corresponde con aquello que la forma o significante, esto es el código comunicacional, albergue por fondo, significado o propiamente contenido. A partir de lo innovadora que sea la idea que pretendamos plantear, deberemos encajarla al adecuado nivel de lo abierto que el formalismo abierto tiene que ser a tales efectos. Así pues, para ideas muy rompedoras precisaremos un formalismo considerablemente abierto; pero, en cambio, para ideas poco más que un tanto diferenciadas de lo ya conocido, el formalismo abierto será, y no necesitará otra cosa, más formalista que abierto. La apertura del formalismo abierto es algo que bien puede que vayamos teniendo que asumir a medida que el proyecto que emprendamos se desarrolle.
Mientras, en el caso específico de la expresión escrita, no derive tu lenguaje en el abreviadismo, exponer nuevas ideas con la adecuada apertura formal, y por ende creando eventuales expresiones nuevas, obtendrá con toda probabilidad un grado de aceptación considerable entre el público al que te dirijas. En otros códigos comunicacionales que como el sonoro y el audiovisual construyen sus mensajes muy directamente a partir de lo ya apreciable en la naturaleza, lo más o menos equivalente al abreviadismo en la expresión escrita podría consistir en determinados tipos de distorsión.
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