La razón por la que en el mundo civilizacional todavía no hemos aprendido a sacarle provecho a la tecnología telemática para ese tan buen potencial que para la empatía tiene, es porque parece quedar bastante claro que este episodio de cambio histórico queda bajo el condicionante de lo calificable como triste norma histórica. Un cambio de ciclo histórico que queda, pues, como tantos otros que ha habido, protagonizado por acontecimientos sumamente dramáticos.
El mundo civilizacional que tenemos tan buena oportunidad para aprovechar al máximo y de la mejor manera posible está, en virtud de tal triste norma histórica, siendo condicionado por la peor versión de la interactividad en base a la cual puede la humanidad relacionarse. El resultado: un conflicto armado a las puertas de Europa; un conflicto armado que se desarrolla bajo la forma de conflicto de línea de fractura y en el que tácitamente se produce un choque civilizacional.
Tal es el mundo de las civilizaciones en el que hoy, habiendo pensado hasta ahora que tal vez no sería conflictivo en la manera específica en la que lo está siendo, vivimos y convivimos. Esperemos que cambios venideros de ciclos históricos puedan producirse al margen de la mencionada triste norma; mientras, hay que afrontar la resolución de éste, empezando muy particularmente por la necesidad de que Ucrania deje de sufrir.
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