Para que haya un cooperativismo nuevo en cuanto a su significado, basta con que en efecto se le considere como sinónimos colaboracionismo, con la aprobación de una significación más amplia para éste, y colaborativismo, con la aprobación completa de éste como vocablo en sí. Además de esto, claro, cabe que tal nuevo cooperativismo tenga su reflejo en la práctica.
Valga la propia expresión referida a un mayor colaboracionismo, empleada recientemente aquí mismo por mí, para justo entender colaboracionismo como una idea mayor, en el sentido de una significación distinta, a la que parece ser la habitualmente recogida por el ámbito académico en general y los diccionarios en particular. El colaboracionismo como entendimiento con un invasor como es Rusia respecto a Ucrania podría, sólo quizá, comprenderse de alguna manera en el marco de unas negociaciones diplomáticas que en cualquier caso, lejos de tolerar al invasor, tendrían que precisamente haber evitado o corregido la terrible invasión perpetrada, por parte del Kremlin, en Ucrania.
Ante lo que a estas alturas ha supuesto tristemente un auténtico fracaso de la vía diplomática en las relaciones internacionales relativas al conflicto de línea de fractura en Ucrania, toda colaboración que en según qué sentido pudiese haberse entendido que convendría con el Moscú invasor queda descartada y sin efecto. Sólo queda, tal y como se desprende de las expectativas generadas por la OTAN tras su cumbre de Madrid, reforzar entre las naciones occidentales lo que creo que podría definirse como colaborativismo.
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