En la medida en que el conocimiento y respeto intercivilizacionales prosperen, lo harán sin duda el conjunto de valores posmodernos con los que, al consolidarse plenamente, la globalización podrá considerarse cumplida. A partir de entonces, debiera ser lo denominable como globalidad lo propio del contexto histórico.
Tendría que suponer la etapa de globalidad unas ya completamente corrientes y mutuamente beneficiosas relaciones a todos los niveles entre civilizaciones. Suficientemente limitado e ineficaz es concebir la globalización desde sólo el plano económico como para que eventualmente pueda concebirse desde sólo tal plano lo que precisamente debiera representar la culminación de la tendencia globalizadora a la que en las últimas décadas estamos asistiendo.
Una globalización que dé paso a una globalidad y posmodernidad en un contexto de paz y de concordia tiene que ser también una globalización social y cultural. Asimismo, cabe que política y, en concreto, diplomáticamente a la globalización la siga una globalidad que solvente mejor conflictos internacionales en general y conflictos de línea de fractura en particular.
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