Hacer una globalización social requeriría una mayor base educacional en todas las civilizaciones respecto al conocimiento de precisamente las demás civilizaciones. Los modelos educativos alrededor del mundo deberían incidir en la conjugación entre sus fines ya tradicionales como forjar y reforzar la identidad cultural propia y los fines de conocer y respetar otros marcos sociales, culturales y, en definitiva, civilizacionales.
Una educación tal estaría, entonces, muy acorde con el desarrollo de aptitudes para la interactividad bidireccional a escala global, tanto en el entorno propiamente físico como en el digital, particularmente el telemático. Si aprendemos a ser bidireccionales desde edades tempranas, seguro que en la etapa adulta seremos mucho más resolutivos en lo que a eventuales conflictividades con el otro concierne.
Resultaría, de hecho, fuera de cualquier lógica que una herramienta como Internet, surgida en buena parte del y para el sector académico y educativo, dejase de servir a tales efectos, cosa que a veces lo parece a tenor del uso impulsivo y ofensivo que de, sin ir más lejos, la blogosfera, en particular las redes sociales, se hace. Tiene que justo impulsarse esa primigenia finalidad educativa de la red de redes.
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