Una diplomacia de tipo nodal

Para contribuir a que las fracturas civilizacionales no ahonden y a que se solventen por completo, cabría concebir justo bajo la idea nodal aquello que a la diplomacia concierne, de modo que no tenga que plantearse igual que ahora una diplomacia in extremis, que finalmente no dio resultado. Si las civilizaciones se conciben como grandes puntos nodales, la cosa podría cambiar sustancialmente.

De impulsar lo que podría ser una diplomacia de tipo nodal, estaríamos ante un escenario en el que, por basarnos en el concepto red, se desarrollarían las relaciones diplomáticas de una manera mucho más interactivamente bidireccional, con lo cual el trato entre iguales resultaría mucho más notorio de lo que lo está siendo hoy en la lamentable circunstancia en la que Rusia ha puesto a Ucrania. Si desde las altas esferas políticas se da ejemplo de interactividad bidireccional, seguramente ello cale en otras capas de la sociedad y ésta prospere mejor.

Al suponer los valores posmodernos que debieran acompañar a una infraestructura como Internet un cambio rotundo en la historia, esto tiene que reflejarse en los varios estratos de la sociedad. Estratos que, precisamente por encaminarnos a una sociedad red, son cada vez menos estratos y más nodos.

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