Que, con un desarrollo tan en paralelo como han tenido las diferentes sociedades humanas a lo largo de la historia, ya se aprecien entre ellas unas ciertas similitudes demuestra que los humanos guardamos en efecto un cierto carácter homogéneo más allá de las distancias. Al ir hacia unas directrices que sincrónicamente se expandan en el comportamiento humano global, tal vez estemos entonces ante una ¿homogeneización total humana? Homogeneización, sí; total, no.
A diferencia del algorítmico razonar propio de los robots, el laberíntico y, en este sentido, a veces espontáneo razonar humano no puede, por fortuna, evitar que en su naturaleza haya un considerable margen para la diversidad, si bien por descontado las comunidades humanas precisan de acordar estándares en los que fundamentar la viabilidad de su convivencia. Lo convencional, pues, y por ende aquello que más resulta apropiado orientar a base de lo algorítmico, y esto justo encaja con lo algorítmico de Internet, es aquello que deviene bueno de estandarizar y, por la propia Internet en general y la blogosfera en particular, sincronizar a nivel global. Los parámetros estandarizados terminan suponiendo barreras opresivas en lo que, en cambio, a cada individuo hace genuino y lo que así contribuye a la diversidad cultural.
No sólo sería ilícito de entrada y complicado de pese a todo ponerse en marcha, sino que homogeneizar al completo la humanidad sería una limitación tan dura como contraproducente al potencial creativo de la propia mente humana; sin embargo, abandonar el comportamiento humano a un completo libre albedrío no parece tampoco una opción lícita ni viable. Merece replantearse para la era de la globalidad todo lo que en concreto, y en especial en la historia reciente, ha desembocado, de manera respectiva, por un lado en el comunismo y por otro en el capitalismo.
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