Hacer frente a una tan abierta y mundial competencia como la que el paso de la era analógica a la telemática conforma se solventa con resultar capaces de asumir unas competencias o habilidades que doten de la suficiente preparación para lo que la competitividad propia de la era global representa. Esto implica dotarse de habilidades multimedia.
Cuanto mayor número de formatos multimedia domines, más capaz de transmitir tu mensaje y generar interactividad al respecto serás entre un más amplio público. Entre los humanos, esto no es extraño que vaya, de hecho, estando ya de lo más asumido, pero que esta competitividad vaya, al mismo tiempo, a ser entre humanos y máquinas y entre máquinas y máquinas no lo tenemos tal vez tan asumido los propios humanos aún. Tanto querer ignorar o menospreciar el fenómeno, como, en el otro extremo, caer en ideologías supuestamente serias como el sustitutivismo robótico, o más bien prorrobótico, nos aleja de concienciarnos de esa competitividad a la que más pronto que tarde convendrá que nos habituemos.
La genuina e incomparable empatía entre humanos va a ser sin duda uno de los fundamentos que va a asegurar el sentido de las tareas humanas ante la inevitablemente mayor competencia con las máquinas automatizadas y de resultados indistinguibles o hasta mejores. En esa zona menos lógica de lo que la laberíntica mente humana es está esa empatía que te une al mejor potencial que en todo ser humano subyace.
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