En el difícil camino que intenta, o debería intentar, recorrer la humanidad hacia una convivencia lo más armónica posible de sus integrantes, buena parte del reto a superar para ello yace justo en el complicado equilibrio deseable de lograr entre aquello que merece homogeneizarse y lo que cabe fomentar como diverso. Un modo de aclarar por lo menos un poco esto es distinguir respectivamente entre lo más material o incluso materialista y lo más inmaterial o propiamente cultural.
Cuando de lo que a la distribución en cuanto a la riqueza y, en este sentido, de cierta igualdad en la participación dentro de una economía se trata, juega la homogeneización un muy buen papel porque suele contribuir a una sociedad económicamente de un mayor bienestar; ahí el más puro capitalismo falla bastante porque tiende, en este aspecto, a las notables desigualdades económicas. Aquello que, por su parte, concierne al ámbito de la opinión, la libertad de expresión y la cultura adquiere mejor desarrollo cuando se fundamenta en lo diverso; y ahí es donde el comunismo más genuino no suele hacer la más mínima buena aportación por el férreo pensamiento único al que deriva.
Mientras los humanos no resolvamos la tensión que entre una igualitaria distribución de la riqueza y un ampliamente asumido respeto a la diversidad cultural se produce, observarás que, por desgracia, el conflicto violento en sus varias formas va a seguir brotando a mayor o menor escala mundial. Estando en las puertas de la globalidad tenemos, sin embargo, herramientas como Internet, y en particular la blogosfera, a fin de remediarlo bastante.
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