La triste norma histórica

Parecía que, en comparación a probablemente la mayoría de, si no todos, los importantes cambios de etapa histórica, el de la modernidad a la posmodernidad entrañaba auténticas posibilidades de desarrollarse de manera apenas calamitosa, sin perjuicio de que, no obstante y lamentablemente, en el mundo no dejaría de haber, por pocos que fueren, conflictos bélicos y demás tragedias habidas y por haber. El horror que la guerra en Ucrania supone ha venido a devolver a la senda de la triste norma histórica este cambio.

Si alguna vez habrá un profundo cambio de ciclo histórico en la humanidad sin que tenga que venir protagonizado por acontecimientos tan sumamente dramáticos como los que tenemos la desgracia de estar viviendo es algo que queda ya para la próxima ocasión en la que otro cambio tal venga a producirse, dentro seguramente de otras muchas generaciones. Es una verdadera pena que, ante tanto positivo potencial que con Internet y los valores posmodernos puede ser aplicable de manera global como nunca antes había sido posible, tengamos que estar abocados a que la historia recuerde esta cambiante etapa como otra de tantas en que el ser humano ha tenido que caer en desgracia.

Ha vuelto a demostrarse, desde la más amarga de las perspectivas, aquello de que el hombre tropieza con la misma piedra. El, ya en otros episodios no tan lejanos de la historia, dividido y autodestructivo primer mundo está reflejando en Ucrania tal tropiezo de nuevo; ojalá que cueste lo menos posible levantarnos, rectificar y no volver a desencadenar un infierno como el que al pueblo ucraniano está injustamente afectando.

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