Quizá otras zonas del planeta que no suelen considerarse del denominado primer mundo avancen más que este supuesto primer mundo en sus respectivos avances hacia la era de la información, dependiendo de cómo la fractura que civilizaciones primermundistas experimentan por el conflicto de Ucrania afecte a tales civilizaciones, que son Occidente y el marco civilizacional de base ortodoxa. Esto, dentro de lo malo que para estas civilizaciones supone, quizá equilibre el progreso en el mundo.
La injusta desigualdad que la humanidad no ha logrado resolver aún entre los países que normalmente se clasifican según se les considere primermundistas o tercermundistas es posible que, de nuevo por lo de que de todo lo malo puede salir algo bueno, acuse un reajuste por el retraso que para el primer mundo está suponiendo la guerra que Moscú ha provocado. Una reconfiguración del orden mundial de esta índole sería una ocasión para que, mientras el supuesto primer mundo se quebranta, sean civilizaciones tradicionalmente no tan avanzadas las que tomen la delantera en lo que a sociedad red y era de la información respecta.
A un primer mundo que termine produciendo una todavía más grave fractura entre civilizaciones va a seguramente costarle mucho, aun en el mejor de los desenlaces a la guerra entre Ucrania y Rusia, recuperar el pretendido nivel de lo que justo cabe entender por primer mundo. Ya con lo que lleva de confrontación bélica, parece que el futuro nuevo orden mundial implicará para el primermundismo, definitivamente o no, otro rol.
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