La guerra como un fenómeno en red cabe entenderla bajo la perspectiva de nodos y enlaces o vínculos entre los mismos. De ahí que terminen entretejiéndose unas redes con otras en varias áreas y distintos niveles que trascienden lo que únicamente caracterizaba al conflicto bélico tradicional entre ejércitos de dos respectivos países o de dos respectivas alianzas de países.
Tal y como se está apreciando en la injusta contienda que Rusia lleva a cabo contra Ucrania, el enfrentamiento en sí entre los ejércitos de los países formalmente implicados está complementándose con medidas politicoeconómicas tomadas y aplicadas en red por parte de países que apoyan a Ucrania pero que formalmente no están en el conflicto; y se complementa asimismo con las muestras sociales que condenan y rechazan a Rusia ante esta triste realidad valiéndose de la comunicación telemática, que por lo tanto es una comunicación también en red. Esto en su conjunto, y en particular las medidas politicoeconómicas, está evitando que esta lucha derive propiamente en guerra mundial.
De no salirnos de los esquemas clásicos de las guerras, poco podría quizá haberse hecho para que no terminase ésta siendo ya una guerra mundial como las dos anteriores, con la prácticamente inevitable dimensión atómica que de ahí pudiera haber surgido. Así pues, la nueva filosofía bélica que la tecnología actual nos facilita se presenta como una manera de no llegar, por ahora, a las peores consecuencias.
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