La energía nuclear, que puede que por lo menos hasta cierto punto injustamente ha adquirido mala fama, acusa seguramente ahora un recrudecimiento de tal perspectiva peyorativa por algo que, de hecho, ya le debió suponer el arranque de la misma: su uso bélico, en concreto como punto final de la II Guerra Mundial. Curiosidades de la historia: ahora además viene esto motivado no sólo por otro nuevo uso bélico, sino porque ocurre en un país como Ucrania, ya castigado por un gravísimo incidente nuclear.
También, en definitiva, aviones, barcos y vehículos de tierra pueden recibir mal uso para la vida humana si justo se utilizan en la guerra. La mucho mayor magnitud del daño que comparativamente puede sin embargo hacer, y ha hecho, la energía nuclear da lugar a que su mala fama sea fácil de acrecentar a la más mínima; pero cabe muy seriamente plantearse que, un buen uso, como podría ser para alimentar y abaratar el consumo eléctrico, máxime cuando tendría que ser cada vez más todavía la gente en el mundo que se sume al uso de lo telemático, llevaría en cambio a beneficios de enorme magnitud, acordes hasta con el ecologismo.
Igual que siempre que se plantea lo de que algo es bueno o malo según el uso que se le dé, en el caso de la energía nuclear no se trata, en esencia como mínimo, de algo diferente. El buen uso que, con la debida seguridad y los pertinentes controles, se le diese podría conducir muy probablemente a una era de la información aún mejor que la que hemos vivido hasta este momento; su mal uso, ya lo puedes apreciar por el riesgo que el actual drama bélico provocado por Rusia entraña, es capaz de devastar el planeta.
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