Desde que terminó la Guerra Fría y eclosionaron el mundo civilizacional y la era de la información, han quedado situados una serie de países en una especie de limbo entre el primer y tercer mundo pero con una supuesta clara tendencia a acabar derivando hacia el primermundismo. Se presenta el momento actual como uno probablemente decisivo para que bien tomen la delantera, bien se equiparen por completo al primer mundo o que, en cambio, se queden como están o incluso peor.
Países como en particular parece que especialmente debieran ser India y Brasil tendrían que ser las potencias emergentes con mayores opciones de, sea ahora o no mucho más tarde, por lo menos equipararse al nivel de lo que es ese primer mundo que se está quebrantando a raíz del conflicto en Ucrania; quedaría por determinar si esa equiparación se dará más bien por el propio impulso de estas potencias o porque son las del primer mundo las que se autodegradan por el mismo conflicto ucraniano. Tendrían que demostrar, para ello, que pueden dar ese impulso por cierta capacidad de no depender de ese primer mundo; de lo contrario, si la fractura de éste ahonda, las potencias emergentes acusarán esa dependencia al quedarse, en el mejor de los casos, más o menos como están.
India debiera por su posición geográfica ser la que de las potencias emergentes principales tuviese mayor preocupación por precisamente la invasión rusa en Ucrania. Que Brasil quede situada a mayor distancia no debiera sin embargo hacerla creer, si es que lo hace, que no va a, en cualquiera de los casos, poder afectarle esta guerra cuando estamos en un mundo tan interconectado.
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